29/12/2017, 04:18
Rika cayó de forma cómoda, e incluso elegante para algunos de sus espectadores; pero la joven kunoichi se encontraba enojada por aquella treta, y aún más enojada por insultarla al decirle que no parecía una verdadera ninja, al parecer su credibilidad estaba en duda y era algo que le hacía encolerizar. Sin más Sarutobi empezó a realizar una secuencia de sellos.
—Cuida— Intentó alertar el señor, pero la energía flamígera de la chica se manifestó, un torrente de llamas salió desde su boca y se acercó bastante al joven que parecía burlarse de ellos.
La fuente de calor se acercó peligrosamente al muchacho, quién retrocedió lentamente hacia atrás, sus pasos eran tan lentos que incluso comenzó a sudar y su rostro demostraba sorpresa y miedo, además de estar bastante enrojecido; en su piel pudo sentir varias chispas de fuego, pequeñas y dolorosas. —Ay ay ay! Cuidado! ¿Qué crees que haces?—Chilló.
"A lo mejor exageró un poco..." La reacción de Rika había sido una de una persona enojada, muy enojada.
—Ustedes empezaron.— Comenté, aquella frase infantil había salido de mis labios sin siquiera pensarla, pero técnicamente yo tenía razón al decir aquello.
El cocinero se acercó al castaño y se aseguro de que el mismo no tuviera ninguna quemadura. —Yo soy el responsable.— Comentó serio y asumiendo todo lo ocurrido. —Lamento que hayan tenido que pasar por esto, realmente he visto a varios jovenes, y adultos, hacerse pasar por ninjas estos últimos días, todos falsos... Hizo una pausa y llamó a las chicas, la niña rubia y una muchacha de cabellera castaña y ojos negros, como el chico. —Y es que se preguntarán porqué...— Sus ojos pasearon rápidamente en los rostros de los shinobis.
—Papá...— Comentó con tono insistente, pidiéndole que se detuviera en ese instante.
—Está bien, Nami.— La cortó antes de que siguiera. —Ella es una ninja de Kusagakure y le debo una explicación.—
—¿Y él?— Saltó la rubia, con desconfianza posó sus orbes en las del pelirrojo.
—Viene con ella.— Reparó rápidamente, miró a su hijo para saber sí iba a decir algo, pero él se mantuvo en silencio, el acto de la kunoichi le había tomado por sorpresa y no quería más imprevistos. —Mi familia se ha dedicado a esta granja que ven aquí, hace unos meses salimos a arreglar asuntos sobre la venta y compra de ganado y ese tipo de cosas.— Hizo una breve pausa para no dar más explicaciones. —En fin, el hecho es que a nuestras manos llegó un animal peculiar, se ve como un animal común y corriente, pero...—
Y no pude quedarme en silencio. —La gallina de los huevos azules.— Me apresuré a decir.
—Exacto, un cáscara azulada como el cielo y muy resistente.— Dijo luego de recuperarse.
—Pero tú aún no dices para que la buscas...— Escupió con inteligencia.
—Será mejor que continuemos esta conversación en un lugar más cómodo.— Anunció mientras nos señalaba una puerta en la zanja de madera y luego se veía un camino que terminaba en una casa.
—Cuida— Intentó alertar el señor, pero la energía flamígera de la chica se manifestó, un torrente de llamas salió desde su boca y se acercó bastante al joven que parecía burlarse de ellos.
La fuente de calor se acercó peligrosamente al muchacho, quién retrocedió lentamente hacia atrás, sus pasos eran tan lentos que incluso comenzó a sudar y su rostro demostraba sorpresa y miedo, además de estar bastante enrojecido; en su piel pudo sentir varias chispas de fuego, pequeñas y dolorosas. —Ay ay ay! Cuidado! ¿Qué crees que haces?—Chilló.
"A lo mejor exageró un poco..." La reacción de Rika había sido una de una persona enojada, muy enojada.
—Ustedes empezaron.— Comenté, aquella frase infantil había salido de mis labios sin siquiera pensarla, pero técnicamente yo tenía razón al decir aquello.
El cocinero se acercó al castaño y se aseguro de que el mismo no tuviera ninguna quemadura. —Yo soy el responsable.— Comentó serio y asumiendo todo lo ocurrido. —Lamento que hayan tenido que pasar por esto, realmente he visto a varios jovenes, y adultos, hacerse pasar por ninjas estos últimos días, todos falsos... Hizo una pausa y llamó a las chicas, la niña rubia y una muchacha de cabellera castaña y ojos negros, como el chico. —Y es que se preguntarán porqué...— Sus ojos pasearon rápidamente en los rostros de los shinobis.
—Papá...— Comentó con tono insistente, pidiéndole que se detuviera en ese instante.
—Está bien, Nami.— La cortó antes de que siguiera. —Ella es una ninja de Kusagakure y le debo una explicación.—
—¿Y él?— Saltó la rubia, con desconfianza posó sus orbes en las del pelirrojo.
—Viene con ella.— Reparó rápidamente, miró a su hijo para saber sí iba a decir algo, pero él se mantuvo en silencio, el acto de la kunoichi le había tomado por sorpresa y no quería más imprevistos. —Mi familia se ha dedicado a esta granja que ven aquí, hace unos meses salimos a arreglar asuntos sobre la venta y compra de ganado y ese tipo de cosas.— Hizo una breve pausa para no dar más explicaciones. —En fin, el hecho es que a nuestras manos llegó un animal peculiar, se ve como un animal común y corriente, pero...—
Y no pude quedarme en silencio. —La gallina de los huevos azules.— Me apresuré a decir.
—Exacto, un cáscara azulada como el cielo y muy resistente.— Dijo luego de recuperarse.
—Pero tú aún no dices para que la buscas...— Escupió con inteligencia.
—Será mejor que continuemos esta conversación en un lugar más cómodo.— Anunció mientras nos señalaba una puerta en la zanja de madera y luego se veía un camino que terminaba en una casa.