30/12/2017, 19:56
De haber podido hubiese aprovechado ese preciso instante para atrapar a Katame con brazos y piernas mientras preparaba el Raiken, pero las esposas que traía puestas no se lo permitirían y por ende, lo mejor que podía hacer era quedarse bien quieta a pesar de que el contrario se estaba pasando de la raya al acariciarle la pierna.
Fue un esfuerzo sobrehumano el de la Kageyama por evitar tener una reacción normal. Golpear al tipo básicamente. Pero lo consiguió tras morderse el labio inferior con la fuerza suficiente para dejarse una pequeña marca. «Dios mío, la suerte que tienes, mamerto » pensaba la kunoichi sin dejar de mirar con sumo desprecio al bandido.
Entre tanto toqueteo, algo sintió en el muslo, algo muy extraño que se le antojaba parecido al papel y pronto el masculino le confirmó todo tipo de sospecha, alegando que se trataba de un sello explosivo. ¿Grado? A saber, pero muchas ganas de averiguarlo no tenía.
De cualquier manera, el tipo procedió a liberarla de una forma tan particular que terminó por confirmar la sospecha de la rubia.
—No, si eres brillante —dijo formando el sello correspondiente a la técnica, pero no ocurrió absolutamente nada.
Claro, tenía aun las esposas puestas, las cadenas estaban rotas, eso es cierto, pero los grilletes seguían en su lugar perfectamente. Salvo uno que se le había desacomodado muy feo y pudo quitárselo de forma manual.
—Vamos, que así no puedo —afirmó extendiendo la mano que seguía esposada, casi como si la estuviese ofreciendo para que volviese a echarle una de esas cosas de viento.
Fue un esfuerzo sobrehumano el de la Kageyama por evitar tener una reacción normal. Golpear al tipo básicamente. Pero lo consiguió tras morderse el labio inferior con la fuerza suficiente para dejarse una pequeña marca. «Dios mío, la suerte que tienes, mamerto » pensaba la kunoichi sin dejar de mirar con sumo desprecio al bandido.
Entre tanto toqueteo, algo sintió en el muslo, algo muy extraño que se le antojaba parecido al papel y pronto el masculino le confirmó todo tipo de sospecha, alegando que se trataba de un sello explosivo. ¿Grado? A saber, pero muchas ganas de averiguarlo no tenía.
De cualquier manera, el tipo procedió a liberarla de una forma tan particular que terminó por confirmar la sospecha de la rubia.
—No, si eres brillante —dijo formando el sello correspondiente a la técnica, pero no ocurrió absolutamente nada.
Claro, tenía aun las esposas puestas, las cadenas estaban rotas, eso es cierto, pero los grilletes seguían en su lugar perfectamente. Salvo uno que se le había desacomodado muy feo y pudo quitárselo de forma manual.
—Vamos, que así no puedo —afirmó extendiendo la mano que seguía esposada, casi como si la estuviese ofreciendo para que volviese a echarle una de esas cosas de viento.