30/12/2017, 20:50
La pregunta del médico no le había caído bien a la rubia, nada bien.
—No te importa —
Contestó sin muchas ganas de dar mayores explicaciones. Seguidamente se puso de pie, gesto que el médico respondió inclinándose ligeramente hacía atrás, le miró con cara de pocos amigos y pronunció unas últimas palabras:
—Suerte con lo tuyo.
Y sin intenciones de perder más tiempo, se retiró el lugar.
Mogura miró su copa un par de segundos, vacía como estaba. Miró después los arrozales un par de segundos y retornó su mirada a la porcelana. No podía evitar sentir que las ganas de beber se le habían ido.
«Supongo que es momento de continuar el viaje.»
Se dijo a si mismo y se puso de pie también. Se acomodó la ropa y el pelo, aunque esto último no fuese necesario. Había dejado como media botella sin tomar, pero no tenía intenciones de abandonarla.
Se acercaría hasta la barra y haría un nuevo pedido.
Momentos más tarde, un shinobi de Amegakure caminaría por los senderos de los arrozales con una damajuana de sake con una agarradera de cuerda en una mano y un paraguas que le protegía del sol en la otra. Su dirección no era otra que la que su mapa le sabía guiar para llegar a Tane-Shigai.
—No te importa —
Contestó sin muchas ganas de dar mayores explicaciones. Seguidamente se puso de pie, gesto que el médico respondió inclinándose ligeramente hacía atrás, le miró con cara de pocos amigos y pronunció unas últimas palabras:
—Suerte con lo tuyo.
Y sin intenciones de perder más tiempo, se retiró el lugar.
Mogura miró su copa un par de segundos, vacía como estaba. Miró después los arrozales un par de segundos y retornó su mirada a la porcelana. No podía evitar sentir que las ganas de beber se le habían ido.
«Supongo que es momento de continuar el viaje.»
Se dijo a si mismo y se puso de pie también. Se acomodó la ropa y el pelo, aunque esto último no fuese necesario. Había dejado como media botella sin tomar, pero no tenía intenciones de abandonarla.
Se acercaría hasta la barra y haría un nuevo pedido.
Momentos más tarde, un shinobi de Amegakure caminaría por los senderos de los arrozales con una damajuana de sake con una agarradera de cuerda en una mano y un paraguas que le protegía del sol en la otra. Su dirección no era otra que la que su mapa le sabía guiar para llegar a Tane-Shigai.
Hablo - Pienso