2/01/2018, 21:59
Absorbió con presteza las explicaciones del caballero calvo. Confinado durante la mayor parte de su vida en una pequeña aldea del País del Bosque en mitad de la nada, Ralexion era curioso hasta la saciedad y adoraba aprender cosas nuevas sobre lugares y culturas que no conocía, especialmente si podía escuchar testimonios de gente en lugar de leerlo en libros (como había hecho para aprender sobre los legendarios shaolin).
—Yo no soy un gran creyente, me temo. En lo único que creo es en Samanosuke —rió enérgicamente, a pesar de que su acompañante no entendería el chiste—. Disculpe. Samanosuke es mi bonsai, y como se podrá imaginar, lo tengo en alta estima.
Afinó su comentario con una radiante sonrisa. Poco después, volvió a la carga. Sentía que Karamaru era un filón de información esperando ser explotado. Ralexion no podía esperar, pero no quería resultar maleducado. Mostrando el tono más cordial que pudo, comenzó a interrogarle.
—¿Podrías hablarme sobre tu templo? ¿Qué son las bestias creadoras? ¿Y cómo es que un monje terminó siendo shinobi de Amegakure? ¿Sois monjes guerreros?
—Yo no soy un gran creyente, me temo. En lo único que creo es en Samanosuke —rió enérgicamente, a pesar de que su acompañante no entendería el chiste—. Disculpe. Samanosuke es mi bonsai, y como se podrá imaginar, lo tengo en alta estima.
Afinó su comentario con una radiante sonrisa. Poco después, volvió a la carga. Sentía que Karamaru era un filón de información esperando ser explotado. Ralexion no podía esperar, pero no quería resultar maleducado. Mostrando el tono más cordial que pudo, comenzó a interrogarle.
—¿Podrías hablarme sobre tu templo? ¿Qué son las bestias creadoras? ¿Y cómo es que un monje terminó siendo shinobi de Amegakure? ¿Sois monjes guerreros?