3/01/2018, 17:12
Mientras Ralexion iba a la carrera hacia el flanco izquierdo de la bestia, Akame tomaba el camino contrario para rodear a semejante enemigo por el lado contrario. «¡Eso es!» El kusajin parecía haber captado la atención de la serpiente con sus pasos y ella movió pesadamente la cabeza para dirigirla hacia un lado de su enorme corpachón anillado, todavía ardiendo pero ya empezando a regenerarse bajo los efectos del chakra natural que emanaba de la gema al otro lado del foso con agua.
El reptil fijó sus ojos ambarinos en Ralexion y, con un siseo, abrió una vez más la boca. Retrocedió ligeramente para coger impulso antes de lanzarse a destrozar a aquel genin de un sólo bocado, pero entonces distinguió dos estrellas metálicas dirigiéndose raudas hacia su rostro. La Serpiente Mutada ladeó la cabeza con rapidez, pero aun así uno de los shuriken le acertó en pleno ojo derecho, clavándose en aquellos iris amarillos. El monstruo rugió de dolor y furia, y trató de revolverse hacia Ralexion para destrozar su cuerpo a dentelladas.
No pudo. Akame, que había aprovechado para acercarse por el flanco contrario, ejecutó un Sunshin no Jutsu para posicionarse sobre la cabeza del animal. Luego alzó su mano derecha, recubierta de una capa de chakra color índigo que parecía una cuchilla vibrante, emitiendo el sonido de un enjambre de abejas zumbando. El Uchiha hundió la Mano Derecha del Ogro en el lateral izquierdo del cuello de la bestia y luego se dejó caer hacia el lado contrario. La cuchilla de chakra rebanó sin dificultad escamas, piel, músculo y hueso mientras se abría paso a través de los tejidos. Una riada de sangre negruzca salió disparada a presión hacia todos lados, manchando a Akame en el rostro y el torso.
—¡Oni no Migite!
Unos momentos después —que para Akame transcurrieron a cámara lenta— el Uchiha aterrizó con ambos pies sobre la piedra empapada y calcinada de la sala.
A su lado cayó pesadamente la cabeza cercenada del gigantesco reptil, con el shuriken de Ralexion todavía incrustado en el ojo derecho. La cuchilla de chakra color índigo en la mano de Akame se disolvió como una voluta de humo bajo la lluvia mientras el cuerpo decapitado de la Serpiente Mutada se revolvía sin control hasta terminar yaciendo, inerte, junto al foso.
—Ah... Ah... Se ha... Terminado —masculló el uzujin, dejándose caer sobre el frío suelo e intentando recuperar el aliento—. Buen... Trabajo... Ralexion-san.
Si cualquiera de los dos muchachos dirigía su Sharingan hacia la enorme figura del reptil, podría ver que su propio chakra ya no emanaba de ella, y tampoco el chakra natural de color púrpura.
El reptil fijó sus ojos ambarinos en Ralexion y, con un siseo, abrió una vez más la boca. Retrocedió ligeramente para coger impulso antes de lanzarse a destrozar a aquel genin de un sólo bocado, pero entonces distinguió dos estrellas metálicas dirigiéndose raudas hacia su rostro. La Serpiente Mutada ladeó la cabeza con rapidez, pero aun así uno de los shuriken le acertó en pleno ojo derecho, clavándose en aquellos iris amarillos. El monstruo rugió de dolor y furia, y trató de revolverse hacia Ralexion para destrozar su cuerpo a dentelladas.
No pudo. Akame, que había aprovechado para acercarse por el flanco contrario, ejecutó un Sunshin no Jutsu para posicionarse sobre la cabeza del animal. Luego alzó su mano derecha, recubierta de una capa de chakra color índigo que parecía una cuchilla vibrante, emitiendo el sonido de un enjambre de abejas zumbando. El Uchiha hundió la Mano Derecha del Ogro en el lateral izquierdo del cuello de la bestia y luego se dejó caer hacia el lado contrario. La cuchilla de chakra rebanó sin dificultad escamas, piel, músculo y hueso mientras se abría paso a través de los tejidos. Una riada de sangre negruzca salió disparada a presión hacia todos lados, manchando a Akame en el rostro y el torso.
—¡Oni no Migite!
Unos momentos después —que para Akame transcurrieron a cámara lenta— el Uchiha aterrizó con ambos pies sobre la piedra empapada y calcinada de la sala.
¡BUM!
A su lado cayó pesadamente la cabeza cercenada del gigantesco reptil, con el shuriken de Ralexion todavía incrustado en el ojo derecho. La cuchilla de chakra color índigo en la mano de Akame se disolvió como una voluta de humo bajo la lluvia mientras el cuerpo decapitado de la Serpiente Mutada se revolvía sin control hasta terminar yaciendo, inerte, junto al foso.
—Ah... Ah... Se ha... Terminado —masculló el uzujin, dejándose caer sobre el frío suelo e intentando recuperar el aliento—. Buen... Trabajo... Ralexion-san.
Si cualquiera de los dos muchachos dirigía su Sharingan hacia la enorme figura del reptil, podría ver que su propio chakra ya no emanaba de ella, y tampoco el chakra natural de color púrpura.