5/01/2018, 06:53
Se había dado cuenta, definitivamente sabía que ella no era Yume y es que era jodidamente obvio si uno se lo ponía a analizar, así que Koko se vio obligada a retroceder un par de pasos en lugar de seguir acercándose al contrario.
Por algún motivo, a diferencia de Katame que físicamente era mucho más imponente que el hombre que ahora tenía delante, este sí le intimidaba, le daba suficiente miedo para ponerle las piernas a temblar y enmudecerla por unos momentos. Ya no tenía caso seguir con aquella farsa, ¿cierto?
Una nube de humo envolvió a la kunoichi y pronto reveló su verdadera apariencia, algo golpeada, con el bañador bastante roto —aunque la parte inferior no pudiese apreciarse a simple vista— probablemente el sello en el muslo interno sí.
—Yo… —dudó en si seguir, y a juzgar por el tono de su voz, estaba asustada.
«Espera, esto es cosa de la droga, ¿verdad? Entonces, ¿por qué…? »¿se sentía tan atemorizada? ¿o por qué estaba sintiendo tan intensamente tanto el hambre como el dolor por solo respirar? O también, ¿por qué sentía semejante molestia en el culo?
Pero a pesar de todo ese malestar que estaba sintiendo tan real, sintió la imperiosa necesidad de confesar el motivo de su pequeña visita.
—Katame dijo que no lo notarías —confesó al tiempo que bajaba ligeramente la cabeza y giraba un poco la pierna donde tenía pegado el sello explosivo—. Aunque supongo que no me iba a dejar libre si llegaba a matarte —añadió, más temblorosa que antes.
Lo último que esperaba a estas alturas era algo de compasión por parte de aquel bandido, por si fuera poco, si Katame se enteraba de todo lo que estaba ocurriendo allí adentro seguramente detonaría el sello y —como mínimo— fijo que Koko se quedaría con una pierna menos.
Por algún motivo, a diferencia de Katame que físicamente era mucho más imponente que el hombre que ahora tenía delante, este sí le intimidaba, le daba suficiente miedo para ponerle las piernas a temblar y enmudecerla por unos momentos. Ya no tenía caso seguir con aquella farsa, ¿cierto?
Una nube de humo envolvió a la kunoichi y pronto reveló su verdadera apariencia, algo golpeada, con el bañador bastante roto —aunque la parte inferior no pudiese apreciarse a simple vista— probablemente el sello en el muslo interno sí.
—Yo… —dudó en si seguir, y a juzgar por el tono de su voz, estaba asustada.
«Espera, esto es cosa de la droga, ¿verdad? Entonces, ¿por qué…? »¿se sentía tan atemorizada? ¿o por qué estaba sintiendo tan intensamente tanto el hambre como el dolor por solo respirar? O también, ¿por qué sentía semejante molestia en el culo?
Pero a pesar de todo ese malestar que estaba sintiendo tan real, sintió la imperiosa necesidad de confesar el motivo de su pequeña visita.
—Katame dijo que no lo notarías —confesó al tiempo que bajaba ligeramente la cabeza y giraba un poco la pierna donde tenía pegado el sello explosivo—. Aunque supongo que no me iba a dejar libre si llegaba a matarte —añadió, más temblorosa que antes.
Lo último que esperaba a estas alturas era algo de compasión por parte de aquel bandido, por si fuera poco, si Katame se enteraba de todo lo que estaba ocurriendo allí adentro seguramente detonaría el sello y —como mínimo— fijo que Koko se quedaría con una pierna menos.