5/01/2018, 08:29
(Última modificación: 5/01/2018, 08:33 por Uchiha Datsue.)
Tras la respuesta de ella, Zaide aspiró lentamente por la nariz, tomando una gran cantidad de aire. Casi al instante después, tosió. Un repentino ataque de tos que le hizo expulsar espumarajos de sangre por la boca. Se le notaba que algo andaba mal con sus pulmones, ya no solo por eso, sino por el extraño ruido que producía cada vez que tomaba una gran bocanada de aire. Sonaba a roto.
Cuando su pecho dejó de sacudirse violentamente, recobró la postura, aunque seguía teniendo los hombros ligeramente caídos. La miró de arriba abajo, no con lujuria, sino simplemente con ojos analíticos. Como si estuviese evaluándola.
—Quizá —respondió al fin, con voz débil—. Pero antes veamos quién eres.
Nada más decirlo, el ojo derecho de Zaide cambió de color. Su pupila se transformó en una pequeña estrella totalmente negra, de seis puntas, y alrededor de éstas, envolviéndolas, seis pétalos, de borde negro y fondo rojo. Fuera de los pétalos sus ojos también se habían vuelto del color de la sangre. Era un color que Koko conocía muy bien —y a la vez, por la negativa de su pareja y también de su compañero—, que desconocía en gran medida.
Era el color del Sharingan.
De pronto, el mundo a su alrededor se apagó. La luz se desvaneció. El olor dulzón se transformó en algo insípido, inodoro. Ni siquiera había nada ya que la sostuviese. Flotaba en un espacio negro, vacío. Poco a poco, fue perdiendo la conciencia de su propio cuerpo, de sí misma…
… olía a flor de cerezo. A Uzushiogakure. A su casa.
Cuando su pecho dejó de sacudirse violentamente, recobró la postura, aunque seguía teniendo los hombros ligeramente caídos. La miró de arriba abajo, no con lujuria, sino simplemente con ojos analíticos. Como si estuviese evaluándola.
—Quizá —respondió al fin, con voz débil—. Pero antes veamos quién eres.
Nada más decirlo, el ojo derecho de Zaide cambió de color. Su pupila se transformó en una pequeña estrella totalmente negra, de seis puntas, y alrededor de éstas, envolviéndolas, seis pétalos, de borde negro y fondo rojo. Fuera de los pétalos sus ojos también se habían vuelto del color de la sangre. Era un color que Koko conocía muy bien —y a la vez, por la negativa de su pareja y también de su compañero—, que desconocía en gran medida.
Era el color del Sharingan.
De pronto, el mundo a su alrededor se apagó. La luz se desvaneció. El olor dulzón se transformó en algo insípido, inodoro. Ni siquiera había nada ya que la sostuviese. Flotaba en un espacio negro, vacío. Poco a poco, fue perdiendo la conciencia de su propio cuerpo, de sí misma…
… olía a flor de cerezo. A Uzushiogakure. A su casa.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado