5/01/2018, 10:51
El sueño mostrado a Zaide cambió. Koko estaba en un lugar muy distinto al anterior, alejada de los lujos y el espacio tan abierto como lo era su mansión, para reducirse a lo que parecía un pequeño piso de alquiler. Estaba junto a dos de sus hermanos. La tranquilizaban. Le aseguraban que todo iría bien.
Eso significaba que, pese a ser expulsada, seguía en contacto con parte de su familia. Eso estaba bien. Si de verdad se llegaba a plantear pedir un rescate por ella, ahora sabía que pagarían. Muy probablemente.
Luego, sin embargo, y de no haber estado sumergido en la ilusión, hubiese puesto los ojos en blanco. Quizá si contemplase aquel recuerdo desde los ojos negros de aquel chico que ahora suspiraba sobre él, hubiese permanecido un poco más…
—Fuera…
… pero no era el caso. Como una página al pasarse, la imagen de aquel chico de nariz torcida se fue, dando paso a otro recuerdo. Ahora Zaide buscaba un recuerdo muy concreto y reciente: la de Katame traicionándole. Siempre había sabido que aquel cabrón tenía demasiadas ansias de poder, y que le culpaba de todo. De la caída del grupo, de la muerte de su mujer… Él también lo hacía, pero nunca creyó que tendría los cojones de intentar matarle.
Con cierta facilidad, hizo que la mente de Koko se empapase con el olor de Katame. Con su aliento. Con su ojo negro como el ónice clavándose en ella. Con su sonrisa lobuna. Y a su vez, la mente de Koko le correspondió, mostrándole el recuerdo más vívido que había tenido con él…
… solo que aquel no era el recuerdo que Zaide buscaba. Ni el que esperaba.
Koko estaba apresada por las muñecas con unas cadenas, semiinconsciente y con los ojos entrecerrados. La Koko que había vivido el recuerdo se encontraba semiinconsciente, sí, pero la Koko que ahora lo rememoraba lo veía todo con mucha claridad. Con demasiada claridad.
Katame le lamía y mordía los labios, el cuello… los pechos. Le toqueteaba con los dedos en sitios donde no debería. La usaba, en el sentido más sucio de la palabra. Entraba en su interior sin que ella pudiese ofrecer resistencia, entre gemidos de placer. Aquellos gemidos…
… se le colaban en el corazón como la punta de una daga afilada.
La escena era tan grotesca, tan inhumana, que llegado a cierto punto, el sueño se rompió como un cristal haciéndose añicos...
… porque su ejecutor no pudo continuar.
Roto el Genjutsu, el Mangekyō Sharingan de Zaide dio vueltas sobre sí mismo, hasta finalmente dar paso a las tres aspas normales. Permaneció callado, con la mirada ligeramente apartada, como si estuviese... avergonzado.
Eso significaba que, pese a ser expulsada, seguía en contacto con parte de su familia. Eso estaba bien. Si de verdad se llegaba a plantear pedir un rescate por ella, ahora sabía que pagarían. Muy probablemente.
Luego, sin embargo, y de no haber estado sumergido en la ilusión, hubiese puesto los ojos en blanco. Quizá si contemplase aquel recuerdo desde los ojos negros de aquel chico que ahora suspiraba sobre él, hubiese permanecido un poco más…
—Fuera…
… pero no era el caso. Como una página al pasarse, la imagen de aquel chico de nariz torcida se fue, dando paso a otro recuerdo. Ahora Zaide buscaba un recuerdo muy concreto y reciente: la de Katame traicionándole. Siempre había sabido que aquel cabrón tenía demasiadas ansias de poder, y que le culpaba de todo. De la caída del grupo, de la muerte de su mujer… Él también lo hacía, pero nunca creyó que tendría los cojones de intentar matarle.
Con cierta facilidad, hizo que la mente de Koko se empapase con el olor de Katame. Con su aliento. Con su ojo negro como el ónice clavándose en ella. Con su sonrisa lobuna. Y a su vez, la mente de Koko le correspondió, mostrándole el recuerdo más vívido que había tenido con él…
… solo que aquel no era el recuerdo que Zaide buscaba. Ni el que esperaba.
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Koko estaba apresada por las muñecas con unas cadenas, semiinconsciente y con los ojos entrecerrados. La Koko que había vivido el recuerdo se encontraba semiinconsciente, sí, pero la Koko que ahora lo rememoraba lo veía todo con mucha claridad. Con demasiada claridad.
Katame le lamía y mordía los labios, el cuello… los pechos. Le toqueteaba con los dedos en sitios donde no debería. La usaba, en el sentido más sucio de la palabra. Entraba en su interior sin que ella pudiese ofrecer resistencia, entre gemidos de placer. Aquellos gemidos…
… se le colaban en el corazón como la punta de una daga afilada.
La escena era tan grotesca, tan inhumana, que llegado a cierto punto, el sueño se rompió como un cristal haciéndose añicos...
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… porque su ejecutor no pudo continuar.
Roto el Genjutsu, el Mangekyō Sharingan de Zaide dio vueltas sobre sí mismo, hasta finalmente dar paso a las tres aspas normales. Permaneció callado, con la mirada ligeramente apartada, como si estuviese... avergonzado.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado