5/01/2018, 11:15
Recordar aquel día estaba bien para Koko, aunque claramente hubiese preferido mantener aquello como algo entre Akame y ella, un recuerdo personal y privado al que nadie debiera de tener acceso y ahora, Zaide, un integrante de la banda de criminales que la había secuestrado lo veía todo desde sus propios ojos.
Claro que prefirió interrumpir el recuerdo cuanto antes, después de todo, lo único que veía era al Uchiha de nariz ganchuda en lugar de alguien más agraciado, o mismo una chica. Lo malo era que el bandido tuvo la gracia de meterse en un recuerdo del que la Kageyama por así decirlo no había participado. Al menos no estaba completamente consciente y eso explicaría ciertos malestares que sentía actualmente.
Dichos imágenes explicaban bastante y coincidían perfectamente con los plazos en que la mente de la chica se había ido lejos.
Claro que no le agradaba en lo más mínimo, era algo que hubiese preferido se quedase en su subconsciente como parte del efecto de aquella droga que había consumido y no como algo que realmente ocurrió, pero Zaide había decidido lo contrario y ahora, a pesar de seguir bajo el efecto del doujutsu, la rubia temblaba notablemente y de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas que en un abrir y cerrar de ojos ya se estaban deslizando por sus mejillas.
La cosa empeoraba con cada segundo que pasaba, la intensidad de las acciones de Katame aumentaban y con ello el malestar de Koko.
Se sentía sucia, sentía náuseas y el estómago se le revolvía. Hubiese vomitado seguramente de no ser porque no tenía nada en el estómago.
Hasta que finalmente, el de dientes azulados la liberó al fin y ella no pudo mantenerse por más tiempo de pie.
La pecosa se desplomó sobre sus rodillas en el mismo instante en que fue liberada del genjutsu. Se cubrió el rostro con ambas manos y se encogió tanto como pudo en un intento por ahogar su silencioso llanto.
Eso era lo único que podría apreciar Zaide en ese momento, si se atrevía a mirar a la joven kunoichi, claro está.
Claro que prefirió interrumpir el recuerdo cuanto antes, después de todo, lo único que veía era al Uchiha de nariz ganchuda en lugar de alguien más agraciado, o mismo una chica. Lo malo era que el bandido tuvo la gracia de meterse en un recuerdo del que la Kageyama por así decirlo no había participado. Al menos no estaba completamente consciente y eso explicaría ciertos malestares que sentía actualmente.
Dichos imágenes explicaban bastante y coincidían perfectamente con los plazos en que la mente de la chica se había ido lejos.
Claro que no le agradaba en lo más mínimo, era algo que hubiese preferido se quedase en su subconsciente como parte del efecto de aquella droga que había consumido y no como algo que realmente ocurrió, pero Zaide había decidido lo contrario y ahora, a pesar de seguir bajo el efecto del doujutsu, la rubia temblaba notablemente y de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas que en un abrir y cerrar de ojos ya se estaban deslizando por sus mejillas.
La cosa empeoraba con cada segundo que pasaba, la intensidad de las acciones de Katame aumentaban y con ello el malestar de Koko.
Se sentía sucia, sentía náuseas y el estómago se le revolvía. Hubiese vomitado seguramente de no ser porque no tenía nada en el estómago.
Hasta que finalmente, el de dientes azulados la liberó al fin y ella no pudo mantenerse por más tiempo de pie.
La pecosa se desplomó sobre sus rodillas en el mismo instante en que fue liberada del genjutsu. Se cubrió el rostro con ambas manos y se encogió tanto como pudo en un intento por ahogar su silencioso llanto.
Eso era lo único que podría apreciar Zaide en ese momento, si se atrevía a mirar a la joven kunoichi, claro está.