5/01/2018, 18:07
Por unos segundos, el llanto de la kunoichi y la respiración quejumbrosa de Zaide fue lo único que se oyó. Estaban muy cerca el uno del otro, y al mismo tiempo, un mundo entero les separaba. Un mundo de culturas opuestas, de distintos estilos de vida, de diferentes pérdidas. Pero, ¿acaso no compartían el mismo dolor, aunque fuese por distintas causas? Quizá comprendiendo eso, el Uchiha alargó una mano hacia ella, hacia uno de sus hombros. A medio camino, se detuvo, al ver lo mucho que le temblaba la mano. Aquel llanto…
Le recordaba tanto a…
—No me mires así —murmuró de pronto—. No es mi culpa.
Si Koko alzaba la mirada, comprobaría que no la miraba a ella, sino de nuevo a algún punto de la pared.
—Lo tuyo fue distinto… fue distinto —repitió con labios temblorosos, mientras retrocedía. Fuese lo que fuese lo que estaba viendo, le asustaba. Seguía teniendo el Sharingan activado, pero se veía que hacía tiempo no le ayudaba a distinguir la realidad de sus pesadillas. Parpadeó, y por un instante sus ojos volvieron a brillar de raciocinio.—. J-jodido omoide —masculló, restregándose los dientes con el canto de la mano para quitarse la pasta.
Tomó varios azucarillos de la mesa y se los tragó sin masticar. Luego, tomó una botella de agua y, en lugar de beber, se la echó directamente a la cara. Sacudió la cabeza y la botella se estrelló contra el suelo, derramando todo su contenido por el empedrado suelo.
—Escúchame, niña. Escúchame —pidió de nuevo, y aunque Koko intuyó que estaba tratando de imprimir a su voz un tono de amabilidad, lo cierto es que no le salió muy bien—. Te llamabas Koko, ¿huh? Escucha, Koko, guárdate las lágrimas para después, ¿me oyes? No hay tiempo para eso. Si estoy en lo correcto, Katame está ahí fuera, esperando. Sabe que algo está yendo mal, porque te has pasado aquí demasiado rato. Así que ahora se está debatiendo entre entrar aquí y averiguarlo, o escapar con el rabo entre las piernas. Conociéndole como le conozco, hará lo segundo.
»Le detendré antes de que eso suceda. Pero yo no puedo matarle. Añádelo a mi lista interminable de errores. Un remedio que al final terminó siendo peor que la enfermedad —escupió a un lado—. Así que vas a tener que elegir: o le matas a él; o me matas a mí. Puedes confiar en mí y en que Yume llegue a tiempo para que ese sello se quede en un susto; o puedes confiar en él, en que te quitará ese sello cumplida tu parte, y que antes de eso no te volverá a… —no terminó la frase, pero seguramente Koko pudo imaginarse perfectamente a lo que se refería.
»Hagas lo que hagas, no dudes o estarás muerta.
Aquellas fueron sus últimas palabras. Su último consejo, antes de que la puerta se viniese abajo y, tras la gran nube de polvo que se levantó, surgiera la figura de Katame.
Le recordaba tanto a…
—No me mires así —murmuró de pronto—. No es mi culpa.
Si Koko alzaba la mirada, comprobaría que no la miraba a ella, sino de nuevo a algún punto de la pared.
—Lo tuyo fue distinto… fue distinto —repitió con labios temblorosos, mientras retrocedía. Fuese lo que fuese lo que estaba viendo, le asustaba. Seguía teniendo el Sharingan activado, pero se veía que hacía tiempo no le ayudaba a distinguir la realidad de sus pesadillas. Parpadeó, y por un instante sus ojos volvieron a brillar de raciocinio.—. J-jodido omoide —masculló, restregándose los dientes con el canto de la mano para quitarse la pasta.
Tomó varios azucarillos de la mesa y se los tragó sin masticar. Luego, tomó una botella de agua y, en lugar de beber, se la echó directamente a la cara. Sacudió la cabeza y la botella se estrelló contra el suelo, derramando todo su contenido por el empedrado suelo.
—Escúchame, niña. Escúchame —pidió de nuevo, y aunque Koko intuyó que estaba tratando de imprimir a su voz un tono de amabilidad, lo cierto es que no le salió muy bien—. Te llamabas Koko, ¿huh? Escucha, Koko, guárdate las lágrimas para después, ¿me oyes? No hay tiempo para eso. Si estoy en lo correcto, Katame está ahí fuera, esperando. Sabe que algo está yendo mal, porque te has pasado aquí demasiado rato. Así que ahora se está debatiendo entre entrar aquí y averiguarlo, o escapar con el rabo entre las piernas. Conociéndole como le conozco, hará lo segundo.
»Le detendré antes de que eso suceda. Pero yo no puedo matarle. Añádelo a mi lista interminable de errores. Un remedio que al final terminó siendo peor que la enfermedad —escupió a un lado—. Así que vas a tener que elegir: o le matas a él; o me matas a mí. Puedes confiar en mí y en que Yume llegue a tiempo para que ese sello se quede en un susto; o puedes confiar en él, en que te quitará ese sello cumplida tu parte, y que antes de eso no te volverá a… —no terminó la frase, pero seguramente Koko pudo imaginarse perfectamente a lo que se refería.
»Hagas lo que hagas, no dudes o estarás muerta.
Aquellas fueron sus últimas palabras. Su último consejo, antes de que la puerta se viniese abajo y, tras la gran nube de polvo que se levantó, surgiera la figura de Katame.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado