5/01/2018, 21:40
Quien no entendiese el poder de un Sharingan, diría que Katame estaba intimidado. Quien, en su lugar, lo hacía, comprendería que simplemente era precavido. Mantenía los ojos por debajo del cuello de Zaide, sin nunca atreverse a mirarle a la cara, sin nunca establecer contacto directo.
La expresión de Zaide, por otra parte, también podía resultar confusa. Quien no le conociese bien, como Koko, quizá creyese que era el rostro de un hombre que tan solo siente desprecio y furia. Quien por el contrario, le conociese, adivinaría algo más en su ceño fruncido. Y en las arrugas que se le formaban alrededor de los ojos. Y en su mandíbula, tensa. Era el rostro de un hombre contrariado. El rostro de un hombre que sabía que debía matar a su hermano, por su traición, pero que, una pequeña parte de él, todavía se revolvía en su interior, rebelde. ¿Acaso no dolía matar a un hermano, aun cuando éste le había apuñalado por la espalda? Quizá no compartía lazos de sangre con Katame, pero habían luchado juntos codo con codo en innumerables batallas. Habían compartido risas, comida y confidencias. Se habían salvado la vida demasiadas veces.
—Te creía a kilómetros de aquí —dijo, con cada músculo de su cuerpo tenso. Ya no se balanceaba de un lado a otro como antes. Ya no le temblaban las manos. Ni el alcohol, ni las mujeres, ni el omoide. La lucha era su mejor droga. Le hacía sentir vivo.
—Pasó por mi cabeza —reconoció Katame, que por un breve instante desvió la mirada hacia la rubia—. Llevarme al crío, ponerme uno de esos ojos de los que tanto presumes y vender el otro.
Zaide rio nasalmente.
—Tu sueño hecho realidad.
Katame soltó una carcajada seca y sardónica, carente de cualquier tipo de alegría. Empezó a andar a un lado, y Zaide acompañó el gesto haciéndolo en sentido contrario, como si estuviesen en una especie de baile con movimientos muy marcados y definidos.
—Sí… Pero ahí abajo, mientras esperaba, me di cuenta de una cosa —esbozó una sonrisa lobuna—: no hay nada que más desee en este mundo que arrancarte esa sonrisa de mierda a golpes. Pero veo que vosotros dos ya os habéis hecho muy amiguitos —resopló con fastidio—. No me sorprende. Siempre fuiste un genio manipulando a la gente. Eso no te lo puedo negar.
»¿Qué te dijo para convencerte? —preguntó a Koko—. ¿Qué fue esta vez? ¿Qué él, Zaide, el bandido más sanguinario que ha parido estas montañas, iba a dejarte libre? Oh, no, no, espera, ya sé. ¡Te dijo que te violé! —rio de nuevo—. Es eso, ¿a qué sí? Cagonmimadre, Zaide, hay que cambiar de repertorio. Siempre con la misma triquiñuela, ¿eh? ¿Te contó también que puede hacerte ver lo que quiera con sus Genjutsus, niña? ¿Qué puede incluso cambiarte los recuerdos? ¡¿Qué pudo haberte follado y luego ponerte mi cara en tu memoria para que creyeses que fui yo?!
»¡¿Mira mis brazos, joder?! —rugió, echando espumarajos por la boca de la repentina furia que le había invadido—. ¿¡Cómo iba a poder sostenerte siquiera!? ¡Estás eligiendo el bando equivocado! ¿Es que no lo ves?
La expresión de Zaide, por otra parte, también podía resultar confusa. Quien no le conociese bien, como Koko, quizá creyese que era el rostro de un hombre que tan solo siente desprecio y furia. Quien por el contrario, le conociese, adivinaría algo más en su ceño fruncido. Y en las arrugas que se le formaban alrededor de los ojos. Y en su mandíbula, tensa. Era el rostro de un hombre contrariado. El rostro de un hombre que sabía que debía matar a su hermano, por su traición, pero que, una pequeña parte de él, todavía se revolvía en su interior, rebelde. ¿Acaso no dolía matar a un hermano, aun cuando éste le había apuñalado por la espalda? Quizá no compartía lazos de sangre con Katame, pero habían luchado juntos codo con codo en innumerables batallas. Habían compartido risas, comida y confidencias. Se habían salvado la vida demasiadas veces.
—Te creía a kilómetros de aquí —dijo, con cada músculo de su cuerpo tenso. Ya no se balanceaba de un lado a otro como antes. Ya no le temblaban las manos. Ni el alcohol, ni las mujeres, ni el omoide. La lucha era su mejor droga. Le hacía sentir vivo.
—Pasó por mi cabeza —reconoció Katame, que por un breve instante desvió la mirada hacia la rubia—. Llevarme al crío, ponerme uno de esos ojos de los que tanto presumes y vender el otro.
Zaide rio nasalmente.
—Tu sueño hecho realidad.
Katame soltó una carcajada seca y sardónica, carente de cualquier tipo de alegría. Empezó a andar a un lado, y Zaide acompañó el gesto haciéndolo en sentido contrario, como si estuviesen en una especie de baile con movimientos muy marcados y definidos.
—Sí… Pero ahí abajo, mientras esperaba, me di cuenta de una cosa —esbozó una sonrisa lobuna—: no hay nada que más desee en este mundo que arrancarte esa sonrisa de mierda a golpes. Pero veo que vosotros dos ya os habéis hecho muy amiguitos —resopló con fastidio—. No me sorprende. Siempre fuiste un genio manipulando a la gente. Eso no te lo puedo negar.
»¿Qué te dijo para convencerte? —preguntó a Koko—. ¿Qué fue esta vez? ¿Qué él, Zaide, el bandido más sanguinario que ha parido estas montañas, iba a dejarte libre? Oh, no, no, espera, ya sé. ¡Te dijo que te violé! —rio de nuevo—. Es eso, ¿a qué sí? Cagonmimadre, Zaide, hay que cambiar de repertorio. Siempre con la misma triquiñuela, ¿eh? ¿Te contó también que puede hacerte ver lo que quiera con sus Genjutsus, niña? ¿Qué puede incluso cambiarte los recuerdos? ¡¿Qué pudo haberte follado y luego ponerte mi cara en tu memoria para que creyeses que fui yo?!
»¡¿Mira mis brazos, joder?! —rugió, echando espumarajos por la boca de la repentina furia que le había invadido—. ¿¡Cómo iba a poder sostenerte siquiera!? ¡Estás eligiendo el bando equivocado! ¿Es que no lo ves?
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado