6/01/2018, 07:00
—Tienes que irte lo antes posible —le dijo con tono apagado, nada que ver con la pecosa que él conocía—. Vuelve a la aldea.
—¿Q-qué? —preguntó, confuso.
No entendía absolutamente nada. Lo último que recordaba era… «Kuma». Sí, había vencido a aquel desgraciado. Lo recordaba. Recordaba haberle paralizado con el Jigō Jubaku no In. Recordaba que, en un arranque de ingenio o temeridad —o quizá de ambas cosas—, le había colocado un sello explosivo en los mismísimos huevos, aprovechando que estaba inmovilizado. A partir de ahí, su lengua arisca se soltó de forma dócil, contestando a cada una de sus preguntas. Los nombres de los componentes de la banda. Su guarida. La relación que había entre ellos… Cualquier cosa que le fuese de utilidad para hacerse pasar por él.
Luego, y aunque sabía que aquel cabrón merecía morir por todas las barbaridades que le había contado, le selló con el Nunoshibari no Jutsu y le escondió entre unas rocas. Encontrar a Koko fue relativamente fácil. Las indicaciones de Kuma no habían sido del todo precisas, pero había colocado en ella un sello de rastreo, y su brújula le guio allí donde su sentido de la orientación le fallaba.
Recordaba hacer el Henge. Recordaba ver a Koko tras las barras. Recordaba el miedo que le atenazaba la garganta, y que le impedía decirle que era él por temor a que alguien oyese desde las sombras. Recordaba cómo se había empapado en su papel. Cómo había dado a Yume una pista falsa sobre el paradero de Datsue. Su paradero. Recordaba a Katame pidiéndole que votase por él en no recordaba qué mierda. Katame…
Aquel cabrón…
—Y dale esto al Uzukage.
Datsue parpadeó varias veces. ¿La bandana? ¿Por qué quería que se llevase la bandana? Trató de levantarse, pero nada más hacerlo el mundo a su alrededor le dio vueltas y cayó de nuevo, mareado. Sentía náuseas, aunque por suerte tenía el estómago vacío.
—Que… ¿Qué significa esto? ¿Por qué no vienes conmigo? —preguntó, más confuso que un kusareño en un matadero—. No entiendo…
—¿Q-qué? —preguntó, confuso.
No entendía absolutamente nada. Lo último que recordaba era… «Kuma». Sí, había vencido a aquel desgraciado. Lo recordaba. Recordaba haberle paralizado con el Jigō Jubaku no In. Recordaba que, en un arranque de ingenio o temeridad —o quizá de ambas cosas—, le había colocado un sello explosivo en los mismísimos huevos, aprovechando que estaba inmovilizado. A partir de ahí, su lengua arisca se soltó de forma dócil, contestando a cada una de sus preguntas. Los nombres de los componentes de la banda. Su guarida. La relación que había entre ellos… Cualquier cosa que le fuese de utilidad para hacerse pasar por él.
Luego, y aunque sabía que aquel cabrón merecía morir por todas las barbaridades que le había contado, le selló con el Nunoshibari no Jutsu y le escondió entre unas rocas. Encontrar a Koko fue relativamente fácil. Las indicaciones de Kuma no habían sido del todo precisas, pero había colocado en ella un sello de rastreo, y su brújula le guio allí donde su sentido de la orientación le fallaba.
Recordaba hacer el Henge. Recordaba ver a Koko tras las barras. Recordaba el miedo que le atenazaba la garganta, y que le impedía decirle que era él por temor a que alguien oyese desde las sombras. Recordaba cómo se había empapado en su papel. Cómo había dado a Yume una pista falsa sobre el paradero de Datsue. Su paradero. Recordaba a Katame pidiéndole que votase por él en no recordaba qué mierda. Katame…
Aquel cabrón…
—Y dale esto al Uzukage.
Datsue parpadeó varias veces. ¿La bandana? ¿Por qué quería que se llevase la bandana? Trató de levantarse, pero nada más hacerlo el mundo a su alrededor le dio vueltas y cayó de nuevo, mareado. Sentía náuseas, aunque por suerte tenía el estómago vacío.
—Que… ¿Qué significa esto? ¿Por qué no vienes conmigo? —preguntó, más confuso que un kusareño en un matadero—. No entiendo…
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado