7/01/2018, 09:42
Verlo allí plantado, llenando casi toda la habitación de lo enorme que era y con aquella mirada iracunda, hizo que se le hiciese un nudo en la garganta y casi se mee por los pantalones abajo. Sí, lo había derrotado una vez, pero en campo abierto y pillándole desprevenido con uno de sus clones explosivos. Que estuviese desnudo tampoco hacía que se viese menos intimidatorio, como quizá sí le ocurriría a otro hombre. Seguía siendo un gigante, con barriga incipiente y peludo. Exageradamente peludo.
La razón de que estuviese desnudo era sencilla. Datsue le había hecho desnudarse, amenazándole con hacer estallar el sello de no obedecerle —sello que, no tuvo falta de comprobar, seguía en el mismo sitio—. El motivo detrás de aquello no era morboso, sino que también respondía a una razón lógica: no solo quería verse como él con el Henge, sino que había pretendido oler a él. Por eso, para reforzar su disfraz, se había vestido con sus ropas.
—¡Voy a matarte! —rugió Kuma, que tras unos segundos de desconcierto, le había reconocido. Datsue retrocedió de inmediato, bajando las manos de manera instintiva para formar el sello de Serpiente. Antes de que lograse hacerlo, sin embargo, el filo de la naginata se interpuso entre sus manos, pinchándole el pecho.
—Ni se te ocurra —le advirtió Yume.
—¡Detente, joder! —rugió la otra Yume, a Kuma.
Kuma dio media vuelta, clavando su mirada iracunda en su compañera, y por un momento, pareció confuso. Solo duró un segundo.
—¿Qué me detenga? —rugió, con voz gutural—. ¿¡Tú has visto lo que me ha hecho?! —se señaló con una mano el miembro viril, que le colgaba entre las piernas con un sello explosivo pegado a él. Ni Kuma parecía avergonzado por enseñarlo, ni Yume escandalizada por verlo.
—¡Me importa una mierda! ¡A callar he dicho! —gritó, y algo hubo en su tono de su voz, en su puño tenso como si estuviese a punto de golpear a algo o a alguien, que consiguió el objetivo deseado.
—Tú. —Ahora hablaba la Yume que sostenía la naginata, a Datsue—. Fuera de aquí, estorbas.
Al Uchiha no le hacía falta que se lo dijesen dos veces. Luego, cuando conducido por la Yume que empuñaba un arma volvió a entrar en su celda original, pensó en que quizá debía haber insistido en quedarse y no dejar sola a Koko. Casualmente, siempre pensaba aquel tipo de cosas cuando ya era demasiado tarde.
En la celda de Koko, por otra parte, ya solo quedaban una Yume y Kuma, además de la propia kunoichi de Uzu.
—Katame le ha puesto un jodido sello explosivo y no sabemos cuando puede estallar. Hay que quitárselo.
Kuma le miró confuso.
—¿Por qué…?
—Después —le cortó, con un aspaviento—. Ahora hazle esa maldita técnica tuya. Koko —dirigió la mirada hacia la kunoichi—. Como bajes esas manos en algún momento, te quedas sin ellas. ¿Me he explicado?
La razón de que estuviese desnudo era sencilla. Datsue le había hecho desnudarse, amenazándole con hacer estallar el sello de no obedecerle —sello que, no tuvo falta de comprobar, seguía en el mismo sitio—. El motivo detrás de aquello no era morboso, sino que también respondía a una razón lógica: no solo quería verse como él con el Henge, sino que había pretendido oler a él. Por eso, para reforzar su disfraz, se había vestido con sus ropas.
—¡Voy a matarte! —rugió Kuma, que tras unos segundos de desconcierto, le había reconocido. Datsue retrocedió de inmediato, bajando las manos de manera instintiva para formar el sello de Serpiente. Antes de que lograse hacerlo, sin embargo, el filo de la naginata se interpuso entre sus manos, pinchándole el pecho.
—Ni se te ocurra —le advirtió Yume.
—¡Detente, joder! —rugió la otra Yume, a Kuma.
Kuma dio media vuelta, clavando su mirada iracunda en su compañera, y por un momento, pareció confuso. Solo duró un segundo.
—¿Qué me detenga? —rugió, con voz gutural—. ¿¡Tú has visto lo que me ha hecho?! —se señaló con una mano el miembro viril, que le colgaba entre las piernas con un sello explosivo pegado a él. Ni Kuma parecía avergonzado por enseñarlo, ni Yume escandalizada por verlo.
—¡Me importa una mierda! ¡A callar he dicho! —gritó, y algo hubo en su tono de su voz, en su puño tenso como si estuviese a punto de golpear a algo o a alguien, que consiguió el objetivo deseado.
—Tú. —Ahora hablaba la Yume que sostenía la naginata, a Datsue—. Fuera de aquí, estorbas.
Al Uchiha no le hacía falta que se lo dijesen dos veces. Luego, cuando conducido por la Yume que empuñaba un arma volvió a entrar en su celda original, pensó en que quizá debía haber insistido en quedarse y no dejar sola a Koko. Casualmente, siempre pensaba aquel tipo de cosas cuando ya era demasiado tarde.
En la celda de Koko, por otra parte, ya solo quedaban una Yume y Kuma, además de la propia kunoichi de Uzu.
—Katame le ha puesto un jodido sello explosivo y no sabemos cuando puede estallar. Hay que quitárselo.
Kuma le miró confuso.
—¿Por qué…?
—Después —le cortó, con un aspaviento—. Ahora hazle esa maldita técnica tuya. Koko —dirigió la mirada hacia la kunoichi—. Como bajes esas manos en algún momento, te quedas sin ellas. ¿Me he explicado?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado