8/01/2018, 05:52
La mirada de Koko cambió súbitamente ante aquella última pregunta por parte de Zaide, pero en cuanto estuvo dispuesta a responder se vio obligada a callarse porque le metieron otra sardina en la boca a pesar de que no había llegado a terminarse la que tenía en la boca anteriormente, así que ahora tenía que luchar contra las espinas de dos peces en lugar de uno. Una tercera sardina seguramente terminaría por caerse de la boca de la rubia.
Pero pronto se justificó, no hablaba de obligarla nuevamente a recordar las atrocidades que se había visto obligada a vivir durante esos días, se refería más bien a cambiarle los recuerdos inventando otros distintos y mejores. Recuerdos que seguramente le sacarían una sonrisa cada vez que se le vinieran a la cabeza pero de nuevo, Yume a pesar de no estar allí presente, seguía interviniendo de una forma u otra.
La Kageyama bajó la cabeza, había estado luchando con las sardinas que tenía en la boca y todavía le faltaba bastante, pero con un gesto de cabeza dio su respuesta…
…una negativa.
Luego de ello siguió con la comida, intentando despejar un poco la cavidad para poder argumentar el porqué de su decisión, pero con tantas espinas ya hasta se le hacía imposible no pincharse a cada mordida que daba, y esa molestia también se le notaba en la cara.
Pero pronto se justificó, no hablaba de obligarla nuevamente a recordar las atrocidades que se había visto obligada a vivir durante esos días, se refería más bien a cambiarle los recuerdos inventando otros distintos y mejores. Recuerdos que seguramente le sacarían una sonrisa cada vez que se le vinieran a la cabeza pero de nuevo, Yume a pesar de no estar allí presente, seguía interviniendo de una forma u otra.
La Kageyama bajó la cabeza, había estado luchando con las sardinas que tenía en la boca y todavía le faltaba bastante, pero con un gesto de cabeza dio su respuesta…
…una negativa.
Luego de ello siguió con la comida, intentando despejar un poco la cavidad para poder argumentar el porqué de su decisión, pero con tantas espinas ya hasta se le hacía imposible no pincharse a cada mordida que daba, y esa molestia también se le notaba en la cara.