8/01/2018, 16:56
Hizo que el Sharingan se desvaneciese.
La influencia del alcohol justo comenzaba a llegarle al cerebro. Había pegado un buen trago y además de golpe, el efecto sería tan dulce como palpable. Ahora el dolor era mucho más tolerante y la situación no se le antojaba tan terrible. Fue consciente de que Akame deseaba conocer si disponían de alguna forma de conseguir agua en los alrededores, pero no contestó. Tomó su petate, guardó en su interior el recipiente vacío y se sentó frente a la hoguera, frente al uzujin, sobre la misma roca de siempre. Permitió que su mochila descansase a su vera.
Los movimientos del joven mostraban una ligerísima torpeza producto de su embriaguez.
Fue testigo de la narración del escuálido moreno con la vista perdida y el torso inclinado hacia delante, apoyando sus extremidades sobre sus rodillas. Ralexion solía ser de mente más abierta que el habitante medio de Ōnindo en lo que se refería a historias inverosímiles; además, el enfrentamiento con la serpiente que se regeneraba como por arte de magia otorgaba peso a la narración del uzujin. Sin embargo, su expresión aún se mostraba reacia. Sentía que Akame no estaba contando todo lo que sabía.
—Sí, lo vi —admitió con sequedad mientras rebuscaba en su mochila—. Toma, he traído provisiones de sobra por si acaso acontecía algún imprevisto.
Del interior de la referida sacó una cantimplora fabricada en metal y cubierta con cuero, sellada con un tapón de madera. Se la lanzó a su interlocutor sin cuidado alguno, aunque con sus reflejos y agilidad Akame no tendría problema a la hora de tomarla al vuelo. Contenía agua.
—¿Qué son sucesos paranormales, exactamente? —disparó sin galanterías— ¿Crees que los tipos que nos han emboscado forman parte de ese culto?
Alzó el índice de su mano derecha y con él señaló el símbolo de la serpiente mordiendo su propia cola tallado en la fachada del templo.
—Noté la atención que le dedicaste a eso. ¿Es Uróboros? ¿Una serpiente comiéndose a sí misma? Muy simbólico... aunque no tanto cuando te intenta devorar un reptil de varios metros en un agujero dejado de la mano de dios —suspiró—. Espero que tus libros sobre el clan Uchiha merezcan auténticamente la pena, Akame-san, o haberme unido a esta condenada expedición habrá sido un rasposo error.
»Además, no quiero meterme dónde no me llaman, yo solo estoy aquí como guía y está claro que eres más hábil que yo, pero... me da la impresión de que si sigues investigando sobre este asunto, antes o después vas a terminar muerto. Joyas místicas, animales desproporcionados y mercenarios haciéndose pasar por asaltadores de tumbas... huele a chamusquina.
La influencia del alcohol justo comenzaba a llegarle al cerebro. Había pegado un buen trago y además de golpe, el efecto sería tan dulce como palpable. Ahora el dolor era mucho más tolerante y la situación no se le antojaba tan terrible. Fue consciente de que Akame deseaba conocer si disponían de alguna forma de conseguir agua en los alrededores, pero no contestó. Tomó su petate, guardó en su interior el recipiente vacío y se sentó frente a la hoguera, frente al uzujin, sobre la misma roca de siempre. Permitió que su mochila descansase a su vera.
Los movimientos del joven mostraban una ligerísima torpeza producto de su embriaguez.
Fue testigo de la narración del escuálido moreno con la vista perdida y el torso inclinado hacia delante, apoyando sus extremidades sobre sus rodillas. Ralexion solía ser de mente más abierta que el habitante medio de Ōnindo en lo que se refería a historias inverosímiles; además, el enfrentamiento con la serpiente que se regeneraba como por arte de magia otorgaba peso a la narración del uzujin. Sin embargo, su expresión aún se mostraba reacia. Sentía que Akame no estaba contando todo lo que sabía.
—Sí, lo vi —admitió con sequedad mientras rebuscaba en su mochila—. Toma, he traído provisiones de sobra por si acaso acontecía algún imprevisto.
Del interior de la referida sacó una cantimplora fabricada en metal y cubierta con cuero, sellada con un tapón de madera. Se la lanzó a su interlocutor sin cuidado alguno, aunque con sus reflejos y agilidad Akame no tendría problema a la hora de tomarla al vuelo. Contenía agua.
—¿Qué son sucesos paranormales, exactamente? —disparó sin galanterías— ¿Crees que los tipos que nos han emboscado forman parte de ese culto?
Alzó el índice de su mano derecha y con él señaló el símbolo de la serpiente mordiendo su propia cola tallado en la fachada del templo.
—Noté la atención que le dedicaste a eso. ¿Es Uróboros? ¿Una serpiente comiéndose a sí misma? Muy simbólico... aunque no tanto cuando te intenta devorar un reptil de varios metros en un agujero dejado de la mano de dios —suspiró—. Espero que tus libros sobre el clan Uchiha merezcan auténticamente la pena, Akame-san, o haberme unido a esta condenada expedición habrá sido un rasposo error.
»Además, no quiero meterme dónde no me llaman, yo solo estoy aquí como guía y está claro que eres más hábil que yo, pero... me da la impresión de que si sigues investigando sobre este asunto, antes o después vas a terminar muerto. Joyas místicas, animales desproporcionados y mercenarios haciéndose pasar por asaltadores de tumbas... huele a chamusquina.