10/01/2018, 06:27
Era como si estuviese interpretando que la pecosa tenía dos caras, justamente por el color de sus ojos, al menos eso había dejado en claro y que en cualquier caso, el ojo magenta representaba lo cálido y bonito mientras que el verde lo despreciable. Siendo realistas, si Koko hubiese tenido chance de escoger el color de sus ojos, sin lugar a dudas hubiese decidido que ambos fuesen de ese verde intenso y luminoso. ¿Significa eso que es mala gente?
Zaide siguió, apostó a dar en algún clavo que preocupase a la Kageyama pero lejos de eso, cada palabra acrecentaba una sonrisa en ella, una que al final casi le llegó hasta las orejas.
—¿Y cómo sabes que no te llevaré con aquellos que quiero muertos y sé que te intentarán matar? Saldría ganando en doble partida —dijo casi burlona ante tales afirmaciones del contrario, como si de repente lo que el Uchiha decía se hubiese tornado realidad y la personalidad asociada al ojo verde fuese, en efecto, su lado vengativo—. O podría mandarte con aquel que sé que se chivará a todo el resto de la aldea. Estoy segura que enviarían shinobis de la élite, no para salvarme pero si para cargarse a Yume por la marca en su bandana.
Luego de todas esas palabras, la joven kunoichi se tomó un momento para tomar aire, como si se hubiese cansado de solo hablar de semejante manera ante alguien como aquel bandido, y es que ciertamente se tuvo que juntar bastante valor para plantarle cara de semejante forma porque seguía intimidándola.
—No sé qué tanto puedas hacer con el sharingan, pero a estas alturas, de tanto que vi esos ojos casi puedo apostar a que el poder solo hace efecto en una persona a la vez, a la que estés mirando —añadió, esta vez cabizbaja. Aunque lentamente fue alzando la vista para volver a mirarle a la cara—. El Yoroi ciertamente te ayudaría mucho pero… ¿Sabías que prácticamente todos en mi clan son capaces de utilizarlo?
Tras terminar de exponer las contras que ella veía en el plan del bandido, la chica suspiró pesadamente, desvió la mirada al montón de espinas de pescado que se había dejado en el piso y pensó por un buen rato.
—No lo sé Zaide, soy consciente que podrías matarme en cualquier momento y sin ningún esfuerzo, podrías hasta haber envenenado la comida que yo no me entero. Pero conociendo mucho más a mis hermanos que a ti, en una pelea apostaría por ellos. Y en cualquier caso, ya lo dije, tal vez y acierten a los que quería muertos.
«Y de última, los mando con mi madre, con ella sí que no se jode… »pensaba aunque en el fondo nunca le agradó usarla de tal manera, mucho menos mandarla a pelear, aunque hay muy buenos motivos para que todos en el clan respeten su voluntad por sobre todas las cosas.
—Así que... ¿me vas a contar tú motivo para buscar tanto dinero? —insistió, ya que si decía la verdad sobre lo de estarse muriendo, resultaba muy extraño que quisiera dinero a estas alturas.
Zaide siguió, apostó a dar en algún clavo que preocupase a la Kageyama pero lejos de eso, cada palabra acrecentaba una sonrisa en ella, una que al final casi le llegó hasta las orejas.
—¿Y cómo sabes que no te llevaré con aquellos que quiero muertos y sé que te intentarán matar? Saldría ganando en doble partida —dijo casi burlona ante tales afirmaciones del contrario, como si de repente lo que el Uchiha decía se hubiese tornado realidad y la personalidad asociada al ojo verde fuese, en efecto, su lado vengativo—. O podría mandarte con aquel que sé que se chivará a todo el resto de la aldea. Estoy segura que enviarían shinobis de la élite, no para salvarme pero si para cargarse a Yume por la marca en su bandana.
Luego de todas esas palabras, la joven kunoichi se tomó un momento para tomar aire, como si se hubiese cansado de solo hablar de semejante manera ante alguien como aquel bandido, y es que ciertamente se tuvo que juntar bastante valor para plantarle cara de semejante forma porque seguía intimidándola.
—No sé qué tanto puedas hacer con el sharingan, pero a estas alturas, de tanto que vi esos ojos casi puedo apostar a que el poder solo hace efecto en una persona a la vez, a la que estés mirando —añadió, esta vez cabizbaja. Aunque lentamente fue alzando la vista para volver a mirarle a la cara—. El Yoroi ciertamente te ayudaría mucho pero… ¿Sabías que prácticamente todos en mi clan son capaces de utilizarlo?
Tras terminar de exponer las contras que ella veía en el plan del bandido, la chica suspiró pesadamente, desvió la mirada al montón de espinas de pescado que se había dejado en el piso y pensó por un buen rato.
—No lo sé Zaide, soy consciente que podrías matarme en cualquier momento y sin ningún esfuerzo, podrías hasta haber envenenado la comida que yo no me entero. Pero conociendo mucho más a mis hermanos que a ti, en una pelea apostaría por ellos. Y en cualquier caso, ya lo dije, tal vez y acierten a los que quería muertos.
«Y de última, los mando con mi madre, con ella sí que no se jode… »pensaba aunque en el fondo nunca le agradó usarla de tal manera, mucho menos mandarla a pelear, aunque hay muy buenos motivos para que todos en el clan respeten su voluntad por sobre todas las cosas.
—Así que... ¿me vas a contar tú motivo para buscar tanto dinero? —insistió, ya que si decía la verdad sobre lo de estarse muriendo, resultaba muy extraño que quisiera dinero a estas alturas.