10/01/2018, 14:44
—¿Y el crío? ¿Qué dijo?
Zaide sonrió.
—El crío cantó como un cochinillo en un matadero.
Datsue sintió un extraño pitido en los oídos. Sacudió la cabeza, molesto, mientras trataba por enésima vez de quitarse la improvisada mordaza que Zaide le había puesto al terminar su interrogatorio. Por eso no había contestado a Koko, ni había dicho nada desde que el Uchiha había salido de allí.
—Aunque tampoco sabe mucho. Dice que Hideo es buena opción, pero que él trataría de dialogar con Noemi, la hermana gemela de Koko, y la chica a la que mutilaron. Habiendo pasado por lo que pasó ella, se imagina que sería la más proclive a que todo esto salga bien.
—No va a salir bien —le replicó Yume, dando por zanjado las curaciones de aquel día. Se había estado conteniendo hasta entonces, pero ya no aguantaba más—. No sé qué pretendes, pero no va a salir bien.
—Sabes muy bien lo que pretendo.
Yume le miró con ojos iracundos.
—¡Sí! ¡Morirte y llevarnos al resto contigo! —le espetó, incapaz de contenerse—. ¿Es que no puedes dejarlo pasar? ¿Olvidarte de ellos? ¿Pasar página?
—¿Pasar… página? —se levantó de la cama, con la boca semiabierta, anonadado—. Esos cabrones nos quitaron todo, Yume. ¡Todo! Y sí, nos lo ganamos. Pero y las familias de los nuestros, ¿huh? ¿También se lo ganaron? ¿No te acuerdas de la esposa de Kitsume? ¿De las hijas de Natsuki? ¿No recuerdas cómo las mataron para que saliéramos del escondrijo? ¿¡Cómo puedo olvidarme de eso!? ¡Juré vengarme!
—¡Y una mierda! —vociferó Yume, fuera de sí—. No te excuses en ellas. ¡A ti solo te importó una cosa! —rugió, y por un momento, Zaide frunció el ceño, confuso—. ¿Crees que no lo sé? ¿Crees que no sé el motivo por el que empezaste a tomar omoide? —mientras hablaba, clavaba un dedo en el pecho de Zaide, que retrocedía—. ¿Qué era para recordar a tu hermana? ¿Para recordar el rostro de quién la mató? ¿Ese recuerdo que tanto te afanaste en borrar en su día? ¡¿Crees que no lo sé?! —rugía, y Zaide ya estaba arrinconado contra la cama—. ¡Ni hacernos ricos, ni famosos, ni dejar huella en la historia! ¡Tú lo único que querías era tu venganza particular! Quién era, ¿eh? ¿Kingu? ¿Kobura? ¿¡Quién coño de Dragón Rojo fue!?
El clon de Yume, ajena a toda la discusión que su yo real estaba teniendo, contemplaba el esbelto cuerpo de la kunoichi mientras se duchaba. En cierto momento, puso pucheros, mientras se miraba las tetas. No, la genética no había sido tan generosa con ella en aquel aspecto.
—¿Te queda mucho? —preguntó, algo impaciente.
Cuando Koko al fin terminó con su baño, Yume le pasó una toalla blanca para secarse. Luego revolvió en la mochila.
—¿Quieres que te deje algo? —preguntó—. Tengo bragas limpias… Unos pantalones… Una camisa…
Zaide sonrió.
—El crío cantó como un cochinillo en un matadero.
• • •
Datsue sintió un extraño pitido en los oídos. Sacudió la cabeza, molesto, mientras trataba por enésima vez de quitarse la improvisada mordaza que Zaide le había puesto al terminar su interrogatorio. Por eso no había contestado a Koko, ni había dicho nada desde que el Uchiha había salido de allí.
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—Aunque tampoco sabe mucho. Dice que Hideo es buena opción, pero que él trataría de dialogar con Noemi, la hermana gemela de Koko, y la chica a la que mutilaron. Habiendo pasado por lo que pasó ella, se imagina que sería la más proclive a que todo esto salga bien.
—No va a salir bien —le replicó Yume, dando por zanjado las curaciones de aquel día. Se había estado conteniendo hasta entonces, pero ya no aguantaba más—. No sé qué pretendes, pero no va a salir bien.
—Sabes muy bien lo que pretendo.
Yume le miró con ojos iracundos.
—¡Sí! ¡Morirte y llevarnos al resto contigo! —le espetó, incapaz de contenerse—. ¿Es que no puedes dejarlo pasar? ¿Olvidarte de ellos? ¿Pasar página?
—¿Pasar… página? —se levantó de la cama, con la boca semiabierta, anonadado—. Esos cabrones nos quitaron todo, Yume. ¡Todo! Y sí, nos lo ganamos. Pero y las familias de los nuestros, ¿huh? ¿También se lo ganaron? ¿No te acuerdas de la esposa de Kitsume? ¿De las hijas de Natsuki? ¿No recuerdas cómo las mataron para que saliéramos del escondrijo? ¿¡Cómo puedo olvidarme de eso!? ¡Juré vengarme!
—¡Y una mierda! —vociferó Yume, fuera de sí—. No te excuses en ellas. ¡A ti solo te importó una cosa! —rugió, y por un momento, Zaide frunció el ceño, confuso—. ¿Crees que no lo sé? ¿Crees que no sé el motivo por el que empezaste a tomar omoide? —mientras hablaba, clavaba un dedo en el pecho de Zaide, que retrocedía—. ¿Qué era para recordar a tu hermana? ¿Para recordar el rostro de quién la mató? ¿Ese recuerdo que tanto te afanaste en borrar en su día? ¡¿Crees que no lo sé?! —rugía, y Zaide ya estaba arrinconado contra la cama—. ¡Ni hacernos ricos, ni famosos, ni dejar huella en la historia! ¡Tú lo único que querías era tu venganza particular! Quién era, ¿eh? ¿Kingu? ¿Kobura? ¿¡Quién coño de Dragón Rojo fue!?
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El clon de Yume, ajena a toda la discusión que su yo real estaba teniendo, contemplaba el esbelto cuerpo de la kunoichi mientras se duchaba. En cierto momento, puso pucheros, mientras se miraba las tetas. No, la genética no había sido tan generosa con ella en aquel aspecto.
—¿Te queda mucho? —preguntó, algo impaciente.
Cuando Koko al fin terminó con su baño, Yume le pasó una toalla blanca para secarse. Luego revolvió en la mochila.
—¿Quieres que te deje algo? —preguntó—. Tengo bragas limpias… Unos pantalones… Una camisa…
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado