11/01/2018, 23:22
La chanza de Ralexion le arrancó una carcajada sincera y breve al uzujin. Akame se había esperado un recibimiento peculiar por parte de su ex-guía —al fin y al cabo, le había metido en un lío de mil pares de pelotas, aunque al final hubiese escapado sólo con un virotazo en el hombro—, pero ninguna como aquella. Era de agradecer, para sus intereses claro, que Ralexion tuviera aquel talante jocoso y distendido. Eso lo hacía todo mucho más fácil.
—Ah, no, no, suficientes expediciones por ahora —respondió, acercándose a la cama del interno—. En cuanto a tus otras dudas... No y sí.
El Uchiha alzó la vista para mirar por la ventana, admirando las vistas que había de la ciudad desde aquella habitación. «¿Habrá pagado un extra por la ubicación? ¿O será por pertenecer a Kusagakure?» Luego volvió a la realidad, examinando a Ralexion con sus ojos negros.
—Lo cierto es que he encontrado el rastro de una de esas alimañas a sueldo —escupió, como si él mismo no fuese un mercenario solo que con mayor cobertura legal—. Y está fresco. Caliente. Esperando a que alguien con un poco de manejo del ancestral arte del Ninshuu, un par de ojos y cuentas que ajustar decida seguirlo.
Esperó unos segundos para ver cómo calaban aquellas palabras en el Uchiha de Kusa. Si bien era cierto que Ralexion no podía tener los mismos motivos que él para querer seguir bajando por aquella madriguera de conejo, Akame pensó que el haber recibido un lindo virote en pleno hombro podía ser chispa suficiente como para prender un sentimiento primario en su pariente; el de la venganza.
—De hecho, me aventuraría a decir que he localizado al que te disparó —mintió—. Un muchacho joven, inexperto. Será pan comido.
Entonces el Uchiha se fijó en los copiosos vendajes que sujetaban el hombro de Ralexion.
—¿Y eso?
—Ah, no, no, suficientes expediciones por ahora —respondió, acercándose a la cama del interno—. En cuanto a tus otras dudas... No y sí.
El Uchiha alzó la vista para mirar por la ventana, admirando las vistas que había de la ciudad desde aquella habitación. «¿Habrá pagado un extra por la ubicación? ¿O será por pertenecer a Kusagakure?» Luego volvió a la realidad, examinando a Ralexion con sus ojos negros.
—Lo cierto es que he encontrado el rastro de una de esas alimañas a sueldo —escupió, como si él mismo no fuese un mercenario solo que con mayor cobertura legal—. Y está fresco. Caliente. Esperando a que alguien con un poco de manejo del ancestral arte del Ninshuu, un par de ojos y cuentas que ajustar decida seguirlo.
Esperó unos segundos para ver cómo calaban aquellas palabras en el Uchiha de Kusa. Si bien era cierto que Ralexion no podía tener los mismos motivos que él para querer seguir bajando por aquella madriguera de conejo, Akame pensó que el haber recibido un lindo virote en pleno hombro podía ser chispa suficiente como para prender un sentimiento primario en su pariente; el de la venganza.
—De hecho, me aventuraría a decir que he localizado al que te disparó —mintió—. Un muchacho joven, inexperto. Será pan comido.
Entonces el Uchiha se fijó en los copiosos vendajes que sujetaban el hombro de Ralexion.
—¿Y eso?