12/01/2018, 02:26
La rubia tomó las prendas que le dejaron y por suerte no tuvo que forcejear con el pantalón, aunque le molestaba un poco el hecho de no necesitar del cinturón por lo que eso le significaba. Pero no dijo nada, en su lugar acomodó la cadena por detrás de su cuerpo y tomó la camisa para ponérsela como normalmente haría cualquiera.
La cadena al ser tan larga le permitiría usar la camisa de todas maneras, pasando la cadena por el interior de las mangas y por la espalda de la kunoichi así que no le debería de molestar, al menos no demasiado. Lo único que le llegaba a generar dudas era si podría abrochar todos los botones de la misma…
Aunque Yume le dio una explicación más o menos rápida de cómo Zaide terminó allí, cosa que a Koko no le apetecía saber pero bien, aunque al final la contraria le dejó en claro que no iban a darle explicaciones acerca del dinero. Sencillamente suspiró.
—Con tanto que me llevan contando supuse que no les molestaría tampoco eso —no se sentía dolida porque no confiaran en ella, pero sí le irritaba un tanto que la hayan obligado a escuchar la vida de cada uno y ahora se nieguen a responderle una simple preguntilla.
De cualquier manera, la Kageyama tomó los potes que Yume le había prestado y se los alcanzó.
—Gracias, me iba haciendo falta.
La cadena al ser tan larga le permitiría usar la camisa de todas maneras, pasando la cadena por el interior de las mangas y por la espalda de la kunoichi así que no le debería de molestar, al menos no demasiado. Lo único que le llegaba a generar dudas era si podría abrochar todos los botones de la misma…
Aunque Yume le dio una explicación más o menos rápida de cómo Zaide terminó allí, cosa que a Koko no le apetecía saber pero bien, aunque al final la contraria le dejó en claro que no iban a darle explicaciones acerca del dinero. Sencillamente suspiró.
—Con tanto que me llevan contando supuse que no les molestaría tampoco eso —no se sentía dolida porque no confiaran en ella, pero sí le irritaba un tanto que la hayan obligado a escuchar la vida de cada uno y ahora se nieguen a responderle una simple preguntilla.
De cualquier manera, la Kageyama tomó los potes que Yume le había prestado y se los alcanzó.
—Gracias, me iba haciendo falta.