12/01/2018, 03:05
Zaide dejó que Yume se desahogase. Que soltase toda la mierda que tenía contra él, acumuladas en aquel último año vertiginoso y nefasto. Que confirmase sus sospechas. Que creyese en sus teorías. Porque, Zaide había descubierto hacía mucho tiempo, las mejores mentiras eran las que uno se contaba a sí mismo.
Prefería que Yume creyese que todo aquello había sido un plan orquestado para su venganza, a la triste realidad: que simplemente se había enganchado al omoide. Que se había confiado. Que no había planificado lo suficiente... Que no estaba a la altura de su fama.
No, Kingu no era el asesino de su hermana. No que él supiese. La única verdad era, que había empezado con el omoide con la esperanza de desenterrar un viejo recuerdo… Un recuerdo que yacía en su subconsciente, tras un velo de niebla profunda. Y el omoide lo había despejado… en cierta manera.
Pero no podía decirle todo aquello a Yume, porque entonces se quedaría con él, pasase lo que pasase. Era hora de dejarla volar, de que forjase su propio camino… de no arrastrarla a una muerte casi segura. No obstante, la necesitaba para una última cosa.
—Tres días —le pidió—. Dame tres días. Controla a los críos por mí. Ayúdame a recuperarme… Solo tres días.
Yume se detuvo en el umbral de la puerta. Tardó mucho en responder, pero cuando lo hizo, le pidió algo a cambio que él ya había anticipado.
—Prométeme que la niña no morirá.
—Sabes que no le haría daño.
—Sé que lo harás de creerlo necesario —le rebatió—. Sé que lo harás si se interpone entre tú y el dinero. Prométemelo, Zaide.
Y, cuando su voz se apagó en un murmullo, se hizo el silencio más revelador y a la vez enigmático que se había producido en aquella sala.
Yume guardó los botes de champú y jabón y los guardó en la mochila, sin responder a Koko. Sí, quizá habían hablado de más con la niña, pero, por otra parte, no le habían contado más de lo que el propio Datsue había averiguado interrogando a Kuma. Y, hablando de Kuma…
¿Dónde coño estaba? Sabía que aquel gorila sin cerebro no hacía nada sin que se lo mandasen. Zaide debía haberle encargado algo… ¿pero el qué?
—Vamos —la apremió Yume, indicándole que volviesen sobre sus pasos, dejando allí la antigua ropa de Koko.
Mientras caminaba de vuelta a su celda, Koko pudo notar algo. Intuirlo en su nariz roja. En su picor de garganta. En su sensación de frío… Sí, estaba pillando un resfriado.
Cuando llegó junto a su celda, pudo ver a una segunda Yume bajando por las escaleras del pasillo superior. Intercambió una mirada iracunda con su clon, y se metió dentro de la celda de Datsue.
—Hora de volver a tu suite —le indicó Yume, el clon, indicándole con un gesto de mano a que se introdujese en su celda.
Prefería que Yume creyese que todo aquello había sido un plan orquestado para su venganza, a la triste realidad: que simplemente se había enganchado al omoide. Que se había confiado. Que no había planificado lo suficiente... Que no estaba a la altura de su fama.
No, Kingu no era el asesino de su hermana. No que él supiese. La única verdad era, que había empezado con el omoide con la esperanza de desenterrar un viejo recuerdo… Un recuerdo que yacía en su subconsciente, tras un velo de niebla profunda. Y el omoide lo había despejado… en cierta manera.
Pero no podía decirle todo aquello a Yume, porque entonces se quedaría con él, pasase lo que pasase. Era hora de dejarla volar, de que forjase su propio camino… de no arrastrarla a una muerte casi segura. No obstante, la necesitaba para una última cosa.
—Tres días —le pidió—. Dame tres días. Controla a los críos por mí. Ayúdame a recuperarme… Solo tres días.
Yume se detuvo en el umbral de la puerta. Tardó mucho en responder, pero cuando lo hizo, le pidió algo a cambio que él ya había anticipado.
—Prométeme que la niña no morirá.
—Sabes que no le haría daño.
—Sé que lo harás de creerlo necesario —le rebatió—. Sé que lo harás si se interpone entre tú y el dinero. Prométemelo, Zaide.
Y, cuando su voz se apagó en un murmullo, se hizo el silencio más revelador y a la vez enigmático que se había producido en aquella sala.
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Yume guardó los botes de champú y jabón y los guardó en la mochila, sin responder a Koko. Sí, quizá habían hablado de más con la niña, pero, por otra parte, no le habían contado más de lo que el propio Datsue había averiguado interrogando a Kuma. Y, hablando de Kuma…
¿Dónde coño estaba? Sabía que aquel gorila sin cerebro no hacía nada sin que se lo mandasen. Zaide debía haberle encargado algo… ¿pero el qué?
—Vamos —la apremió Yume, indicándole que volviesen sobre sus pasos, dejando allí la antigua ropa de Koko.
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Mientras caminaba de vuelta a su celda, Koko pudo notar algo. Intuirlo en su nariz roja. En su picor de garganta. En su sensación de frío… Sí, estaba pillando un resfriado.
Cuando llegó junto a su celda, pudo ver a una segunda Yume bajando por las escaleras del pasillo superior. Intercambió una mirada iracunda con su clon, y se metió dentro de la celda de Datsue.
—Hora de volver a tu suite —le indicó Yume, el clon, indicándole con un gesto de mano a que se introdujese en su celda.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado