13/01/2018, 19:00
—¿Mis talentos? No es que me tenga en baja estima, pero he pasado contigo las penurias suficientes para ser consciente de cuando me estás camelando, además de que dudo mucho que disponga de algo de lo que tú no.
Akame sonrió con un brillo de malicia en la mirada.
—Ah, Ralexion-san, en eso te equivocas.
Por el momento el Uchiha optó por no decir más. Dejó que sus palabras calasen en el kusajin, y cuando éste finalmente aceptó la oferta —pese a que la única información de la que disponía era que iban a dar con uno de los mercenarios que les habían emboscado al salir del Templo—, Akame no pudo evitar que una sonrisa se dibujase en su rostro. Quiso decir algo, pelotear un poco a aquel muchacho, lanzarle un halago vacío del tipo "sabía que tenías lo que hay que tener"; pero en lugar de ello, calló.
Dejó hacer a Ralexion, que con movimientos todavía algo cansados sacó un trozo de pergamino y, haciendo uso de una técnica que Akame ya había visto en conocimiento de su Hermano, grabó su dirección. El del Remolino tomó el papelito cuando su pariente se lo ofreció, ojeando con interés lo que en él estaba escrito.
—Así que eres estudiante del Fuuinjutsu —dijo de forma desentendida, casi casual, mientras se guardaba el trozo de pergamino en uno de los bolsillos de su pantalón—. Es una disciplina complicada y exigente.
Sea como fuere, parecía que allí ya todo estaba atado y bien atado. El de la Hierba le lanzó unas palabras que hicieron a Akame enarcar una ceja; pero si limitó a asentir con una inclinación de cabeza.
—Entonces todo está dicho. Nos veremos esta noche en el hotel donde me alojo. Es ese mismo donde viste mi anuncio hace algunos días.
Akame sonrió con un brillo de malicia en la mirada.
—Ah, Ralexion-san, en eso te equivocas.
Por el momento el Uchiha optó por no decir más. Dejó que sus palabras calasen en el kusajin, y cuando éste finalmente aceptó la oferta —pese a que la única información de la que disponía era que iban a dar con uno de los mercenarios que les habían emboscado al salir del Templo—, Akame no pudo evitar que una sonrisa se dibujase en su rostro. Quiso decir algo, pelotear un poco a aquel muchacho, lanzarle un halago vacío del tipo "sabía que tenías lo que hay que tener"; pero en lugar de ello, calló.
Dejó hacer a Ralexion, que con movimientos todavía algo cansados sacó un trozo de pergamino y, haciendo uso de una técnica que Akame ya había visto en conocimiento de su Hermano, grabó su dirección. El del Remolino tomó el papelito cuando su pariente se lo ofreció, ojeando con interés lo que en él estaba escrito.
—Así que eres estudiante del Fuuinjutsu —dijo de forma desentendida, casi casual, mientras se guardaba el trozo de pergamino en uno de los bolsillos de su pantalón—. Es una disciplina complicada y exigente.
Sea como fuere, parecía que allí ya todo estaba atado y bien atado. El de la Hierba le lanzó unas palabras que hicieron a Akame enarcar una ceja; pero si limitó a asentir con una inclinación de cabeza.
—Entonces todo está dicho. Nos veremos esta noche en el hotel donde me alojo. Es ese mismo donde viste mi anuncio hace algunos días.