14/01/2018, 06:12
—Oh… —en señal de sorpresa—. Usualmente hay al menos una cita antes de una propuesta así pero que va.
Con cierta alegría la fémina se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia el interior de la mansión.
—Ven —le indicó sin molestarse en dar la vuelta y comprobar donde estaba el shinobi.
El cocodrilo por su parte se había girado para poder apoyar su hocico sobre el hombro de la mujer y así poder ver fijamente al chico. Parecía haberle cogido cierto interés por algún extraño motivo. Pero pronto Noemi y Maki vieron a Nagisa pasar con el animal. Estuvieron a punto de llamarla cuando la de ojos verdes vio la silueta de aquel chico… ese de cabellos oscuros que… bueno, su hasta el momento notable alegría se esfumó para dar lugar a la ira.
Un enojo que rápidamente canalizaría en forma de un apretón algo exagerado para la pobre cría de cocodrilo que había estado abrazando. Este pobre animal empezó a retorcerse y se hubiese quejado de no ser porque le estaban aplastando demasiado fuerte, hasta que la criada acudió al rescate.
—Ya Noemi-sama, le hace daño —dijo arrebatándole al animal que había empezado a temblar violentamente.
La Sakamoto no dijo absolutamente nada, pero miró con mucho odio a Datsue que debería ya de estar en el interior de la mansión siguiendo a Nagisa.
Unos minutos más tarde, aquel trío tan peculiar habría llegado a la habitación de la mujer, quien tomó asiento en la única cama allí presente. La habitación no tenía nada realmente llamativo, tenía un armario bastante grande, unos libreros, un escritorio, un par de lámparas y una mesa adicional con un espejo delante. Había varias sillas y un par de baúles, además de una puerta que daba a un baño y una puerta extra que daba a un pequeño balcón.
—¿Y bien? ¿qué necesitas? —dijo esbozando una sonrisa cautivadora.
El cocodrilo —de nuevo— se había girado sobre la kunoichi para poder tener en vista directa al Uchiha.
Con cierta alegría la fémina se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia el interior de la mansión.
—Ven —le indicó sin molestarse en dar la vuelta y comprobar donde estaba el shinobi.
El cocodrilo por su parte se había girado para poder apoyar su hocico sobre el hombro de la mujer y así poder ver fijamente al chico. Parecía haberle cogido cierto interés por algún extraño motivo. Pero pronto Noemi y Maki vieron a Nagisa pasar con el animal. Estuvieron a punto de llamarla cuando la de ojos verdes vio la silueta de aquel chico… ese de cabellos oscuros que… bueno, su hasta el momento notable alegría se esfumó para dar lugar a la ira.
Un enojo que rápidamente canalizaría en forma de un apretón algo exagerado para la pobre cría de cocodrilo que había estado abrazando. Este pobre animal empezó a retorcerse y se hubiese quejado de no ser porque le estaban aplastando demasiado fuerte, hasta que la criada acudió al rescate.
—Ya Noemi-sama, le hace daño —dijo arrebatándole al animal que había empezado a temblar violentamente.
La Sakamoto no dijo absolutamente nada, pero miró con mucho odio a Datsue que debería ya de estar en el interior de la mansión siguiendo a Nagisa.
Unos minutos más tarde, aquel trío tan peculiar habría llegado a la habitación de la mujer, quien tomó asiento en la única cama allí presente. La habitación no tenía nada realmente llamativo, tenía un armario bastante grande, unos libreros, un escritorio, un par de lámparas y una mesa adicional con un espejo delante. Había varias sillas y un par de baúles, además de una puerta que daba a un baño y una puerta extra que daba a un pequeño balcón.
—¿Y bien? ¿qué necesitas? —dijo esbozando una sonrisa cautivadora.
El cocodrilo —de nuevo— se había girado sobre la kunoichi para poder tener en vista directa al Uchiha.