14/01/2018, 07:47
El Uchiha procedió a contarle todo el relato pero se podría dar cuenta fácilmente por las facciones de la chuunin que no estaba pillando la mitad de las cosas, salvo lo del mapa y el dinero que exigían por el rescate de su hermana.
Cosa que le molestaba y bastante.
—¿¡Sólo diez mil!? ¡Las Sakamoto valemos mucho más, cuarenta mil mínimo! —bramó a todo pulmón alzándose y básicamente arrojando sobre el shinobi que tenía delante el cocodrilo.
Pobre de él si no atrapaba al pequeño.
Aun así, hecha una furia, la de cabellos celestes se dirigió a uno de sus baúles, rebuscó entre sus cosas y sacó una bolsa repleta de dinero con una etiqueta pegada en el nudo que decía claramente ”10.000”. Incluso habían otros más allí adentro pero la kunoichi precavida tomó a Datsue por el brazo y básicamente lo obligó a salir de la habitación, después de todo, era suya, un lugar completamente privado.
—Se va a enterar de lo que puede hacer una puta Sakamoto —refunfuñó, dejando libre al chico una vez que cerró la puerta de la habitación a cal y canto.
Rápidamente la kuoichi se dirigiría al lugar indicado por el mapa, manteniendo buena velocidad ya que su capacidad aeróbica así se lo permitía. Ya se encargaría de dar explicaciones a los demás en la aldea, de momento lo que más importancia tenía para ella era el dejarle en claro al tal Zaide el grave error que había cometido.
Y… El cocodrilo simplemente miraba a Datsue, sin hacer nada.
Cosa que le molestaba y bastante.
—¿¡Sólo diez mil!? ¡Las Sakamoto valemos mucho más, cuarenta mil mínimo! —bramó a todo pulmón alzándose y básicamente arrojando sobre el shinobi que tenía delante el cocodrilo.
Pobre de él si no atrapaba al pequeño.
Aun así, hecha una furia, la de cabellos celestes se dirigió a uno de sus baúles, rebuscó entre sus cosas y sacó una bolsa repleta de dinero con una etiqueta pegada en el nudo que decía claramente ”10.000”. Incluso habían otros más allí adentro pero la kunoichi precavida tomó a Datsue por el brazo y básicamente lo obligó a salir de la habitación, después de todo, era suya, un lugar completamente privado.
—Se va a enterar de lo que puede hacer una puta Sakamoto —refunfuñó, dejando libre al chico una vez que cerró la puerta de la habitación a cal y canto.
Rápidamente la kuoichi se dirigiría al lugar indicado por el mapa, manteniendo buena velocidad ya que su capacidad aeróbica así se lo permitía. Ya se encargaría de dar explicaciones a los demás en la aldea, de momento lo que más importancia tenía para ella era el dejarle en claro al tal Zaide el grave error que había cometido.
Y… El cocodrilo simplemente miraba a Datsue, sin hacer nada.