15/01/2018, 10:34
Ante la respuesta de la kunoichi, Kuma se limitó a abrir la puerta. O a intentarlo, al menos, pues no tenía las llaves. Al ver que no cedía, dio un tremendo empujón, y Koko tuvo que dar gracias a los Dioses de que los barrotes fuesen mucho más resistentes de lo que parecían, porque ni una mole como él pudo echar la puerta abajo.
O bueno, no parecía que iba a echarla hasta que…
—¡Doton: Kengan no Jutsu! —Tras un sello de Serpiente, su brazo derecho se vio aumentado de forma considerable, volviéndose, literalmente, de piedra. Entonces, dejó que aquella masa solida saliese disparada como una catapulta, pegando un tremendo puñetazo a la puerta, que saltó por los aires como si sus bisagras fuesen un simple pegamento de baja calidad.
Kuma sonrió, como aquel niño que al fin abre el regalo de su cumpleaños y se encuentra lo que tanto había deseado.
—No sabes lo mucho que me alegré cuando Zaide me contó quién eras —se pasó la lengua por los dientes, mientras iba reduciendo distancias con Koko, muy poco a poco—. Tus hermanos mataron al mío, ¿sabías? Formaba parte de una banda que raptó a esa cría… Noemi. Matasteis a todos… A todos salvo a uno. —Ahora, Kuma estaba tan cerca que Koko ya podía sentir su fétido aliento colándose en su olfato—. Una rata, que se escondió mientras pasaba todo.
De pronto, Kuma la cogió por el cuello y la estampó contra la pared.
—Nunca me cayó bien aquel cabronazo —confesó—. Pero era mi hermano.
Entonces, le pasó un dedo por los labios y la recorrió lascivamente con la mirada.
—¿Qué te parece si nos divertimos un poco?
Kunoichi y shinobi habían recorrido una gran cantidad de kilómetros aquel día. Cierto era que aquel cocodrilo, por enorme que fuese, no era mucho más rápido que un ninja bien entrenado. Pero parecía incansable, y no había bajado el ritmo desde que habían partido de la Villa, salvo en las dos ocasiones en que Datsue pidió hacer un alto para hacer sus necesidades —y de forma discreta estirar las piernas y beber un poco de su cantimplora—.
—¿No es aquello una posada, Nagisa? —preguntó Datsue, esperanzado—. Podríamos parar y dormir allí.
Por mucho que su comodidad hubiese aumentado una barbaridad al agarrarse a ella, le dolía el culo de permanecer sentado por tanto tiempo. Necesitaba estirar las piernas, llenar el estómago con algo caliente y dejar que la noche y un buen colchón le diesen energías renovadas.
Además, la noche se estaba apoderando del día y en poco tiempo no serían capaces de distinguir a más de dos palmos de sus narices. Era una locura seguir su viaje en tales condiciones, y más cuando estaban a punto de adentrarse en el Bosque de la Hoja.
O bueno, no parecía que iba a echarla hasta que…
—¡Doton: Kengan no Jutsu! —Tras un sello de Serpiente, su brazo derecho se vio aumentado de forma considerable, volviéndose, literalmente, de piedra. Entonces, dejó que aquella masa solida saliese disparada como una catapulta, pegando un tremendo puñetazo a la puerta, que saltó por los aires como si sus bisagras fuesen un simple pegamento de baja calidad.
Kuma sonrió, como aquel niño que al fin abre el regalo de su cumpleaños y se encuentra lo que tanto había deseado.
—No sabes lo mucho que me alegré cuando Zaide me contó quién eras —se pasó la lengua por los dientes, mientras iba reduciendo distancias con Koko, muy poco a poco—. Tus hermanos mataron al mío, ¿sabías? Formaba parte de una banda que raptó a esa cría… Noemi. Matasteis a todos… A todos salvo a uno. —Ahora, Kuma estaba tan cerca que Koko ya podía sentir su fétido aliento colándose en su olfato—. Una rata, que se escondió mientras pasaba todo.
De pronto, Kuma la cogió por el cuello y la estampó contra la pared.
—Nunca me cayó bien aquel cabronazo —confesó—. Pero era mi hermano.
Entonces, le pasó un dedo por los labios y la recorrió lascivamente con la mirada.
—¿Qué te parece si nos divertimos un poco?
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Kunoichi y shinobi habían recorrido una gran cantidad de kilómetros aquel día. Cierto era que aquel cocodrilo, por enorme que fuese, no era mucho más rápido que un ninja bien entrenado. Pero parecía incansable, y no había bajado el ritmo desde que habían partido de la Villa, salvo en las dos ocasiones en que Datsue pidió hacer un alto para hacer sus necesidades —y de forma discreta estirar las piernas y beber un poco de su cantimplora—.
—¿No es aquello una posada, Nagisa? —preguntó Datsue, esperanzado—. Podríamos parar y dormir allí.
Por mucho que su comodidad hubiese aumentado una barbaridad al agarrarse a ella, le dolía el culo de permanecer sentado por tanto tiempo. Necesitaba estirar las piernas, llenar el estómago con algo caliente y dejar que la noche y un buen colchón le diesen energías renovadas.
Además, la noche se estaba apoderando del día y en poco tiempo no serían capaces de distinguir a más de dos palmos de sus narices. Era una locura seguir su viaje en tales condiciones, y más cuando estaban a punto de adentrarse en el Bosque de la Hoja.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado