16/01/2018, 22:26
"Fallecida Kage de Uzushio", Ralexion no gozaba ni de un solo ápice de idea de lo que Karamaru le estaba hablando. Disimuló, se limitó a escuchar y no comentar nada al respecto. «Esto es lo malo de haber crecido en una aldea insignificante y de pronto verme sumido en el mundo político de las villas ocultas... será mejor que me informe en profundidad cuando vuelva a Kusagakure.».
—Somos parientes lejanos —respondió con brevedad—. Nos conocimos hace un tiempo, fue en Tane-Shigai...
Parecía que el Uchiha iba a contar la increíble historia sobre su fortuita reunión con Akame y todo lo bizarro que ocurrió mas tarde —no era el caso—, sin embargo su efímero monólogo se vio frenado por un estridente sonido que le performó los tímpanos en un sentido casi literal. "Casi" es la palabra clave.
Una intimidante ráfaga de viento bajó desde los cielos sobre ellos, y con esta, algo más. Se trataba del pájaro, el maldito pájaro, que cayó en picado con la velocidad de una flecha y extendió las alas a un par de metros sobre las escaleras. Giró sobre sí mismo, rompiendo la caída y estabilizando su vuelo con una gracilidad impensable, para entonces quedar estático en toda su gloria, aletando repetidamente para no perder altura.
Estaba a unos tres metros del dúo.
—¡Humanos! —habló como si de una persona se tratase, su voz era tan potente como intransigente— ¿Qué os trae a la montaña del Cielo? ¡Os aconsejo responder con sinceridad!
—Oh dios mío... —murmuró el genin de Kusa.
Ralexion no daba crédito a sus ojos. Bajó con lentitud su brazo derecho, el cual había alzado previamente de manera instintiva para cubrirse del repentino ventarrón. Las palabras que quiso articular como respuesta se le perdían por el camino, incapaces de llegar hasta sus labios.
El ave era bella, pero también temible. Rezumaba un aura solemne que exigía respeto. El moreno no podía desviar la mirada.
—Somos parientes lejanos —respondió con brevedad—. Nos conocimos hace un tiempo, fue en Tane-Shigai...
Parecía que el Uchiha iba a contar la increíble historia sobre su fortuita reunión con Akame y todo lo bizarro que ocurrió mas tarde —no era el caso—, sin embargo su efímero monólogo se vio frenado por un estridente sonido que le performó los tímpanos en un sentido casi literal. "Casi" es la palabra clave.
FIUUUUUUUUUUSH
Una intimidante ráfaga de viento bajó desde los cielos sobre ellos, y con esta, algo más. Se trataba del pájaro, el maldito pájaro, que cayó en picado con la velocidad de una flecha y extendió las alas a un par de metros sobre las escaleras. Giró sobre sí mismo, rompiendo la caída y estabilizando su vuelo con una gracilidad impensable, para entonces quedar estático en toda su gloria, aletando repetidamente para no perder altura.
Estaba a unos tres metros del dúo.
—¡Humanos! —habló como si de una persona se tratase, su voz era tan potente como intransigente— ¿Qué os trae a la montaña del Cielo? ¡Os aconsejo responder con sinceridad!
—Oh dios mío... —murmuró el genin de Kusa.
Ralexion no daba crédito a sus ojos. Bajó con lentitud su brazo derecho, el cual había alzado previamente de manera instintiva para cubrirse del repentino ventarrón. Las palabras que quiso articular como respuesta se le perdían por el camino, incapaces de llegar hasta sus labios.
El ave era bella, pero también temible. Rezumaba un aura solemne que exigía respeto. El moreno no podía desviar la mirada.