17/01/2018, 09:17
—Sin problemas —respondió con una agradable sonrisa mientras volvía a subirse al cocodrilo.
Una vez Datsue hizo lo mismo, continuaron el viaje directo al país de la tierra, aunque claro, tuvieron un par de problemas en el bosque de los hongos que poco después se vio compensado por el de bambú. No todo podían ser pros ni contras.
Lo malo fue que la noche les cayó encima y estaban algo lejos aún de la Ribera Sur, suficiente como para no ver siquiera alguna que otra luz en el horizonte así que la propuesta del Uchiha sería la más acertada.
—No nos quedará de otra, además tendríamos que dejar el cocodrilo de todas formas si buscamos alguna posada.
Dicho eso, la chuunin se levantó, esperó a que el genin lo hiciera y luego… ya se buscaría algo de hierba para armar un pequeño colchón o algo en lo que echarse a dormir.
Koko seguía enojada, tanto que se mantuvo despierta todas las horas que pasaron desde la discusión hasta que el tipo regresó con el plato lleno de sardinas. Tampoco se había levantado ni una sola vez de su asiento improvisado, pero sí había acomodado una pierna por sobre la otra y apoyado un codo sobre la misma para usar la mano de soporte para su cabeza.
En cuando Zaide apareció ella simplemente desvió la mirada hacia la pared, evitando dirigirle la mirada.
Una vez Datsue hizo lo mismo, continuaron el viaje directo al país de la tierra, aunque claro, tuvieron un par de problemas en el bosque de los hongos que poco después se vio compensado por el de bambú. No todo podían ser pros ni contras.
Lo malo fue que la noche les cayó encima y estaban algo lejos aún de la Ribera Sur, suficiente como para no ver siquiera alguna que otra luz en el horizonte así que la propuesta del Uchiha sería la más acertada.
—No nos quedará de otra, además tendríamos que dejar el cocodrilo de todas formas si buscamos alguna posada.
Dicho eso, la chuunin se levantó, esperó a que el genin lo hiciera y luego… ya se buscaría algo de hierba para armar un pequeño colchón o algo en lo que echarse a dormir.
Koko seguía enojada, tanto que se mantuvo despierta todas las horas que pasaron desde la discusión hasta que el tipo regresó con el plato lleno de sardinas. Tampoco se había levantado ni una sola vez de su asiento improvisado, pero sí había acomodado una pierna por sobre la otra y apoyado un codo sobre la misma para usar la mano de soporte para su cabeza.
En cuando Zaide apareció ella simplemente desvió la mirada hacia la pared, evitando dirigirle la mirada.