17/01/2018, 09:43
Zaide golpeó con un anillo varias veces uno de los barrotes, como si estuviese llamando a la puerta de la habitación de Koko y no a su celda. Como vio que le daba la espalda y no le hacía caso, se fue, llevándose consigo el pescado y la jarra de agua.
A la tarde, regresó, repitiendo el mismo método. Tenía sardinas en un plato, una jarra de agua en el otro, y con el anillo de un dedo golpeó dos veces un barrote, emitiendo un sonido metálico.
Tac, tac.
Datsue se terminó la pasta que había pedido en la taberna aquella mañana, vaciándose la cantimplora con agua entre trago y trago. Se había quedado con un poco de hambre, pero peor estaba Nagisa, a quien no había visto pedir nada en la posada ni comido nada el resto del día.
Menudo aguante tenía la chica.
Un caballero le hubiese ofrecido algo de su comida, pero Uchiha Datsue no era ningún caballero.
—Quizá podríamos parar en la Ribera del Sur mañana por la mañana a comer algo —se obligó a proponer. Ya odiaba la idea de internarse en aquel pueblo lleno de estafadores, corruptos y asesinos. Pero, ¿qué opción le quedaba? No quería pisar la Ribera del Norte por miedo a que alguien le reconociese —o incluso a cruzarse con su propio padre o madre—, y como no se llenasen el estómago mañana iban a sufrir el resto del viaje.
Terminada su comida, apiló unas cuantas ramas secas y hojas sueltas dentro de un círculo de piedras, y encendió una pequeña hoguera, lo suficiente como para que pudiesen entrar en calor antes de dormirse.
El Uchiha —que se sellaba de todo en el cuerpo—, sacó una mochila con su habitual saco de dormir. Fue entonces que se dio cuenta que Nagisa estaba… amontonando hierba para usarla de colchón. «Curioso…», pensó, mientras se descalzaba y se metía en el saco. Una vez dentro, y ya con cierta intimidad en el interior, se quitó los pantalones y el jersey.
—¿No trajiste saco de dormir, Nagisa? —preguntó, extrañado. ¿No pensaría dormir a la intemperie? ¡Estaban en pleno invierno!
A la tarde, regresó, repitiendo el mismo método. Tenía sardinas en un plato, una jarra de agua en el otro, y con el anillo de un dedo golpeó dos veces un barrote, emitiendo un sonido metálico.
Tac, tac.
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Datsue se terminó la pasta que había pedido en la taberna aquella mañana, vaciándose la cantimplora con agua entre trago y trago. Se había quedado con un poco de hambre, pero peor estaba Nagisa, a quien no había visto pedir nada en la posada ni comido nada el resto del día.
Menudo aguante tenía la chica.
Un caballero le hubiese ofrecido algo de su comida, pero Uchiha Datsue no era ningún caballero.
—Quizá podríamos parar en la Ribera del Sur mañana por la mañana a comer algo —se obligó a proponer. Ya odiaba la idea de internarse en aquel pueblo lleno de estafadores, corruptos y asesinos. Pero, ¿qué opción le quedaba? No quería pisar la Ribera del Norte por miedo a que alguien le reconociese —o incluso a cruzarse con su propio padre o madre—, y como no se llenasen el estómago mañana iban a sufrir el resto del viaje.
Terminada su comida, apiló unas cuantas ramas secas y hojas sueltas dentro de un círculo de piedras, y encendió una pequeña hoguera, lo suficiente como para que pudiesen entrar en calor antes de dormirse.
El Uchiha —que se sellaba de todo en el cuerpo—, sacó una mochila con su habitual saco de dormir. Fue entonces que se dio cuenta que Nagisa estaba… amontonando hierba para usarla de colchón. «Curioso…», pensó, mientras se descalzaba y se metía en el saco. Una vez dentro, y ya con cierta intimidad en el interior, se quitó los pantalones y el jersey.
—¿No trajiste saco de dormir, Nagisa? —preguntó, extrañado. ¿No pensaría dormir a la intemperie? ¡Estaban en pleno invierno!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado