17/01/2018, 11:49
Ajeno a la reacción de la kunoichi, el bandido se dio media vuelta y se retiró, ignorando incluso un intento por parte de ella de llamarle la atención que más bien, pareció un intento de grito prácticamente inaudible. La voz ni siquiera le había salido.
Para el día siguiente la genin ya no estaba sobre su asiento improvisado, ahora estaba sentada en el piso justo en el rincón que se había formado entre los barrotes y la pared, a un lado tenía las rejas y al otro el balde-asiento. Tenía las piernas flexionadas y abrazadas con ambos brazos mientras su rostro permanecía escondido entre ambas extremidades.
En las pasadas horas se había sentido fatal, necesitaba por lo menos agua o seguramente no la contaría. Tenía los labios quebrados, la boca seca, le dolían los ojos y las ojeras que tenía la asemejaban bastante con un mapache de no ser por el tinte azulado que su piel estaba adquiriendo. También le dolía horrores la cabeza y además de todo eso, durante aquella noche había echado a llorar lo cual aceleró bastante el proceso de deshidratación por el que estaba pasando.
Entonces, Zaide bajó una vez más con agua para ella, o eso se suponía, la última vez ni se había molestado en esperarla a que reaccione.
Esta vez la pecosa comenzó a moverse desde antes de tenerlo en su campo visual, se inclinó hacia un lado, dejó que sus piernas se apoyasen sobre las rejas y estiró una mano por entre los barrotes y esperó, con la cabeza entre la pared y un barrote. Con mirada cansada se mantuvo estática mirando el suelo hasta que finalmente vio un pie del Uchiha.
Estiró una mano hacia arriba, tan alto como pudiera llegarle y con voz bastante baja y lastimosa simplemente soltó una palabra.
—Agua —soltó suplicante.
Como la ignorase una vez más y pasase de ella, probablemente a la próxima vez que vaya a verla ya ni consciente esté, y eso en el mejor de los escenarios.
Esta vez la kunoichi o tuvo ninguna duda, el chico sudaba horrores mientras dormía y por ello había amanecido bastante pegajosa pero no podía quejarse, gracias a él no había pasado frío por dormir a la intemperie.
Lo malo era que se había acomodado de forma que quedó de espaldas al saco y ya de por sí le estaba costando horrores moverse así que seguramente lo mejor sea salir por arriba, total, si entraban dos cabezas tendría que poder sacar el resto de su cuerpo por allí, ¿cierto?
Pues bien, la cabeza de aquella mujer no es lo más voluminoso en su cuerpo, aunque por suerte para Datsue, todo lo demás si bien es más grande, también es mucho más suave, aunque la mujer se movió con toda la delicadeza posible para evitar despertarle por error.
Una vez fuera del saco, Nagisa aprovecharía para estirarse bien y un buen rato después de eso, cuando ella ya estuviese bien despabilada despertaría al genin para emprender viaje hasta la Ribera sur, esta vez caminando.
Para el día siguiente la genin ya no estaba sobre su asiento improvisado, ahora estaba sentada en el piso justo en el rincón que se había formado entre los barrotes y la pared, a un lado tenía las rejas y al otro el balde-asiento. Tenía las piernas flexionadas y abrazadas con ambos brazos mientras su rostro permanecía escondido entre ambas extremidades.
En las pasadas horas se había sentido fatal, necesitaba por lo menos agua o seguramente no la contaría. Tenía los labios quebrados, la boca seca, le dolían los ojos y las ojeras que tenía la asemejaban bastante con un mapache de no ser por el tinte azulado que su piel estaba adquiriendo. También le dolía horrores la cabeza y además de todo eso, durante aquella noche había echado a llorar lo cual aceleró bastante el proceso de deshidratación por el que estaba pasando.
Entonces, Zaide bajó una vez más con agua para ella, o eso se suponía, la última vez ni se había molestado en esperarla a que reaccione.
Esta vez la pecosa comenzó a moverse desde antes de tenerlo en su campo visual, se inclinó hacia un lado, dejó que sus piernas se apoyasen sobre las rejas y estiró una mano por entre los barrotes y esperó, con la cabeza entre la pared y un barrote. Con mirada cansada se mantuvo estática mirando el suelo hasta que finalmente vio un pie del Uchiha.
Estiró una mano hacia arriba, tan alto como pudiera llegarle y con voz bastante baja y lastimosa simplemente soltó una palabra.
—Agua —soltó suplicante.
Como la ignorase una vez más y pasase de ella, probablemente a la próxima vez que vaya a verla ya ni consciente esté, y eso en el mejor de los escenarios.
Esta vez la kunoichi o tuvo ninguna duda, el chico sudaba horrores mientras dormía y por ello había amanecido bastante pegajosa pero no podía quejarse, gracias a él no había pasado frío por dormir a la intemperie.
Lo malo era que se había acomodado de forma que quedó de espaldas al saco y ya de por sí le estaba costando horrores moverse así que seguramente lo mejor sea salir por arriba, total, si entraban dos cabezas tendría que poder sacar el resto de su cuerpo por allí, ¿cierto?
Pues bien, la cabeza de aquella mujer no es lo más voluminoso en su cuerpo, aunque por suerte para Datsue, todo lo demás si bien es más grande, también es mucho más suave, aunque la mujer se movió con toda la delicadeza posible para evitar despertarle por error.
Una vez fuera del saco, Nagisa aprovecharía para estirarse bien y un buen rato después de eso, cuando ella ya estuviese bien despabilada despertaría al genin para emprender viaje hasta la Ribera sur, esta vez caminando.