18/01/2018, 21:19
Datsue sintió cómo su corazón se le aceleraba cuando la kunoichi reconoció que el combate no era lo suyo. ¿Qué harían, entonces, si el rescate se les complicaba? Había derrotado a Kuma una vez, ¡pero Katame era otra historia! Incluso herido, se las había manejado para noquear al Uchiha. Por no hablar de Zaide, a quien apenas le había visto toser el último día, cuando le dio las instrucciones para el rescate e invocó a aquella águila suya. Parecía que se estaba recuperando de su enfermedad.
«Pero no tiene porqué complicarse…», se dijo, dándose ánimos. Al fin y al cabo, le habían dejado marchar a él en primer lugar. ¿Por qué no hacerlo también con Koko, tras obtener la pasta?
Sumido en sus preocupaciones, Datsue subió a la habitación poco después. Primero, eso sí, fue a cambiarse al cuarto de baño, poniéndose su habitual pijama. Era extraño, pero en vez de ir ganando confianza y comodidad con Nagisa —ya habían tenido que dormir juntos un par de noches—, le ocurría justo al contrario, cada vez sentía más vergüenza y nerviosismo. Probablemente, porque las primeras noches estaba tan cansado y agotado que no le importaba otra cosa que no fuese dormir.
Se acostó en el lado de la cama que Nagisa le cedió, pero no logró dormirse. Todavía quedaba una cuestión por resolver:
—¿Qué quieres que haga mientras paguas el rescate? ¿Quieres que te acompañe o…? —Zaide había sido muy claro en que no quería ver a nadie más salvo a la propia Nagisa en el intercambio. No obstante, quizá no se tomase tan a mal la presencia de Datsue… o quizá sí. No lo sabía, y el punto de encuentro parecía una explanada demasiado grande como para que pudiese esconderse cerca.
De madrugada, Koko vio la luz de una antorcha acercándose. Poco tiempo tuvo que esperar para reconocer las facciones de su dueño: era Zaide. Abrió la puerta de su celda, y con voz ronca, dijo:
—Hora de irse.
Lo siguiente que vio Koko fueron unas telas enrollándose en su cuerpo, y luego... la oscuridad más absoluta.
«Pero no tiene porqué complicarse…», se dijo, dándose ánimos. Al fin y al cabo, le habían dejado marchar a él en primer lugar. ¿Por qué no hacerlo también con Koko, tras obtener la pasta?
Sumido en sus preocupaciones, Datsue subió a la habitación poco después. Primero, eso sí, fue a cambiarse al cuarto de baño, poniéndose su habitual pijama. Era extraño, pero en vez de ir ganando confianza y comodidad con Nagisa —ya habían tenido que dormir juntos un par de noches—, le ocurría justo al contrario, cada vez sentía más vergüenza y nerviosismo. Probablemente, porque las primeras noches estaba tan cansado y agotado que no le importaba otra cosa que no fuese dormir.
Se acostó en el lado de la cama que Nagisa le cedió, pero no logró dormirse. Todavía quedaba una cuestión por resolver:
—¿Qué quieres que haga mientras paguas el rescate? ¿Quieres que te acompañe o…? —Zaide había sido muy claro en que no quería ver a nadie más salvo a la propia Nagisa en el intercambio. No obstante, quizá no se tomase tan a mal la presencia de Datsue… o quizá sí. No lo sabía, y el punto de encuentro parecía una explanada demasiado grande como para que pudiese esconderse cerca.
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De madrugada, Koko vio la luz de una antorcha acercándose. Poco tiempo tuvo que esperar para reconocer las facciones de su dueño: era Zaide. Abrió la puerta de su celda, y con voz ronca, dijo:
—Hora de irse.
Lo siguiente que vio Koko fueron unas telas enrollándose en su cuerpo, y luego... la oscuridad más absoluta.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado