19/01/2018, 02:23
La fémina estaba ya acostada y bajo las sábanas, pero no parecía muy dispuesta a dormir, en su lugar estaba boca abajo con la cabeza apoyada sobre una mano. Parecía pensativa, o bien estaba esperando a que el Uchiha apareciera ya que cuando escuchó la puerta soltó una sonrisa.
Una lástima que el chico al recostarse decidiera preguntar por cosas serias en lugar de reparar en ella, que estaba visiblemente desnuda, aunque nada en ella era apreciable gracias a la postura y las sábanas por encima suyo.
Suspiró, se pensó un poco las cosas por un instante y luego, antes de darle una respuesta clara se deslizó debajo de las sábanas para depositar el peso de su pecho sobre el del contrario, trazó unos suaves círculos en uno de los hombros del genin y finalmente abrió la boca.
—Te quedarás aquí, me dirás la dirección exacta en la que tengo que ir para llegar al lugar y si no regreso para el final del día hazte la idea de que ambas estamos muertas. Vuelves a la aldea, reportas lo sucedido y de última hablas con mis hermanos que puede estén interesados en ir a visitar a esos bandidos. ¿Entendido? —dijo con una tranquilidad bastante perturbadora. ¿Pero Datsue entendería lo que le decían? Es decir…
Tras dar aquella orden, la fémina se tomó la libertad de acomodarse mejor, cada vez más por encima del Uchiha hasta que prácticamente se vio incapaz de huir de ella ya que estaba completamente debajo suyo.
—Estas cosas suelen estresarme y necesito estar lo más relajada posible, ¿te apetece ayudarme un poco? —decía lasciva, disminuyendo más y más la distancia entre su rostro y el del menor…
Todo parecía apuntar a que iba muy en serio con aquello.
La kunoichi estaba muy debilitada, con unas ojeras terribles, los ojos enrojecidos e hinchados, completamente despeinada y sucia. Había perdido un poco de peso en los últimos días aunque le faltaba mucho para estar en los puros huesos, aunque eso no quitaba el hambre que sentía y su estómago rugiendo lo hacía más claro de lo necesario.
Los labios de la chica seguían algo resecos y tenían algunas pequeñas marcas rojas donde se habían quebrado. Se sentía fatal en términos generales y a Zaide lejos de importarle, se le apareció abriendo la puerta y pronto la envolvió en unas telas sin darle chance a nada, siquiera llegó a protestar que ya no podía ver absolutamente nada y...
…tampoco tenía las fuerzas como para resistirse así que simplemente se dejó envolver.
Una lástima que el chico al recostarse decidiera preguntar por cosas serias en lugar de reparar en ella, que estaba visiblemente desnuda, aunque nada en ella era apreciable gracias a la postura y las sábanas por encima suyo.
Suspiró, se pensó un poco las cosas por un instante y luego, antes de darle una respuesta clara se deslizó debajo de las sábanas para depositar el peso de su pecho sobre el del contrario, trazó unos suaves círculos en uno de los hombros del genin y finalmente abrió la boca.
—Te quedarás aquí, me dirás la dirección exacta en la que tengo que ir para llegar al lugar y si no regreso para el final del día hazte la idea de que ambas estamos muertas. Vuelves a la aldea, reportas lo sucedido y de última hablas con mis hermanos que puede estén interesados en ir a visitar a esos bandidos. ¿Entendido? —dijo con una tranquilidad bastante perturbadora. ¿Pero Datsue entendería lo que le decían? Es decir…
Tras dar aquella orden, la fémina se tomó la libertad de acomodarse mejor, cada vez más por encima del Uchiha hasta que prácticamente se vio incapaz de huir de ella ya que estaba completamente debajo suyo.
—Estas cosas suelen estresarme y necesito estar lo más relajada posible, ¿te apetece ayudarme un poco? —decía lasciva, disminuyendo más y más la distancia entre su rostro y el del menor…
Todo parecía apuntar a que iba muy en serio con aquello.
La kunoichi estaba muy debilitada, con unas ojeras terribles, los ojos enrojecidos e hinchados, completamente despeinada y sucia. Había perdido un poco de peso en los últimos días aunque le faltaba mucho para estar en los puros huesos, aunque eso no quitaba el hambre que sentía y su estómago rugiendo lo hacía más claro de lo necesario.
Los labios de la chica seguían algo resecos y tenían algunas pequeñas marcas rojas donde se habían quebrado. Se sentía fatal en términos generales y a Zaide lejos de importarle, se le apareció abriendo la puerta y pronto la envolvió en unas telas sin darle chance a nada, siquiera llegó a protestar que ya no podía ver absolutamente nada y...
…tampoco tenía las fuerzas como para resistirse así que simplemente se dejó envolver.