21/01/2018, 01:08
—No hace falta —indicó ante tal sugerencia.
Luego de verse envuelta en unas telas, Koko perdió noción de todo lo que ocurría a su alrededor, no podía ver nada y poco después se quedó… ¿dormida? ¿inconsciente? No tenía idea de nada de lo que estaba pasando e incluso podrían golpearla como saco de papas y no se enteraría.
No fue hasta pasado… quien sabe cuánto tiempo que fue liberada de las ataduras, a excepción de las esposas que seguían en sus muñecas de todas formas. Apenas allí pudo ver la luz del día quedando cegada por la falta de costumbre, todos esos días se los había pasado en una cueva oscura así que es bastante normal que no se vea capaz de ver bien con la luz del sol.
Tardó un rato en acostumbrarse nuevamente, pero finalmente lo logró y de paso, con la alegría de volver a ver la luz del día, la pecosa se pudo dar el lujo de darse una ducha en un baño completamente privado sin un bandido vigilándola constantemente. Además, se le permitió usar un conjunto limpio de ropa, o bueno, tan limpio como podía estar la ropa vieja de alguna persona trabajadora.
Pero a pesar de su alegría al haber podido saciar esas necesidades suyas, la Kageyama no pronunció una sola palabra.
Una vez que se dio el baño y se cambió. Regresó al colchón que le habían dejado y allí se quedó, sentada y con la vista fija en la ventana.
Podía imaginarse que si se acercaba demasiado Zaide la arrastraría lejos para asegurarse que no intentaría escaparse y es que por mucho que parezca dormido, fijo que se despertaba en el momento justo para cogerla y envolverla de nuevo en las telas.
Luego de verse envuelta en unas telas, Koko perdió noción de todo lo que ocurría a su alrededor, no podía ver nada y poco después se quedó… ¿dormida? ¿inconsciente? No tenía idea de nada de lo que estaba pasando e incluso podrían golpearla como saco de papas y no se enteraría.
No fue hasta pasado… quien sabe cuánto tiempo que fue liberada de las ataduras, a excepción de las esposas que seguían en sus muñecas de todas formas. Apenas allí pudo ver la luz del día quedando cegada por la falta de costumbre, todos esos días se los había pasado en una cueva oscura así que es bastante normal que no se vea capaz de ver bien con la luz del sol.
Tardó un rato en acostumbrarse nuevamente, pero finalmente lo logró y de paso, con la alegría de volver a ver la luz del día, la pecosa se pudo dar el lujo de darse una ducha en un baño completamente privado sin un bandido vigilándola constantemente. Además, se le permitió usar un conjunto limpio de ropa, o bueno, tan limpio como podía estar la ropa vieja de alguna persona trabajadora.
Pero a pesar de su alegría al haber podido saciar esas necesidades suyas, la Kageyama no pronunció una sola palabra.
Una vez que se dio el baño y se cambió. Regresó al colchón que le habían dejado y allí se quedó, sentada y con la vista fija en la ventana.
Podía imaginarse que si se acercaba demasiado Zaide la arrastraría lejos para asegurarse que no intentaría escaparse y es que por mucho que parezca dormido, fijo que se despertaba en el momento justo para cogerla y envolverla de nuevo en las telas.