24/01/2018, 23:35
Akame aferró con fuerza entre sus manos aquel lingote de metal macizo que en breves iba a probar la espalda del mercenario allí colgado. Barrote y adolescente buscavidas iban a convertirse, durante un rato, en amigos inseparables. El Uchiha arqueó una ceja y observó al muchacho-chorizo, allí colgado. Pese a que pudiera parecer que estaba dudando si golpearle, en realidad trataba de recordar dónde sería más efectiva la primera golpiza. «Debe ser en una región dolorosa pero no incapacitante, y por supuesto, no letal. Los inconscientes y los muertos cuentan pocas historias», caviló Akame.
Ralexion se aventuró a soltar un comentario que podría sonar de lo más arquetípico, pero que en aquella situación no dejaba de tener fuerzas. Al fin y al cabo, los tres estaban ejerciendo sus papeles por primera vez. Víctima, torturador y observador. Akame no desdeñó el papel que ocupaba, incluso aunque estaba luchando con todas sus fuerzas para que no le temblaran las manos. «Voy a hacerlo... Voy a hacerlo... Voy a hacerlo...», se repetía en su interior.
—Tu amigo y tú me podéis comer los cojones, hijos de puta, en cuanto me baje de aquí os voy a matUGH —las palabras se le atragantaron en la boca a Nue de repente.
El Uchiha de Uzu acababa de propinarle un palazo en plena espalda con todo el largo del barrote sujeto con ambas manos. El cuerpo de Nue se balanceó durante unos instantes mientras su dueño apretaba los dientes para no gritar de dolor. Akame arqueó una ceja y volvió a golpear, con idéntica contundencia a la primera vez. Entonces el muchacho dejó escapar un gemido entre dientes. Incapaz de contentarse, el del Remolino balanceó una vez más su instrumento para golpear por tercera ocasión a su víctima, esta vez más cerca de la baja espalda.
Hubo un crujido que retumbó en la sala, y entonces sí, los gritos de dolor del buscavidas llenaron el silencio.
—¿Estás preparado para hablar? —preguntó Akame, apretando los dientes, mientras se acuclillaba frente al muchacho.
—Arg... Arg... Joder... Joder... —fue cuanto recibió como respuesta.
El Uchiha se incorporó otra vez, volvió a cuadrar los pies en el suelo y le sacudió al otro un palazo tal que, del balanceo, el cable chirrió al hacer fuerza sobre la viga del techo que lo sustentaba. Nue volvió a gritar de puro dolor, esta vez con más intensidad que la anterior.
—Habla, coño —exigió Akame, levantando otra vez la barra de hierro.
Probablemente aquel chico de dieciséis o diecisiete años jamás habría pensado que acabaría en un viejo y mugroso almacén, en los barrios bajos de la capital de su país natal, siendo torturado por un shinobi de Uzushiogakure. Con toda seguridad, si le hubieran preguntado qué haría en semejante situación, él se habría encogido de hombros con aire de suficiencia. "Nue el Bastardo no es un soplón", habría dicho, regodeándose en el sobrenombre que él mismo se había colocadol. "Me desataría y entonces jodería vivo a ese cabrón", remataría.
Claro que, no fue lo que hizo. Sino que se derrumbó y empezó a llorar desconsoladamente. Probablemente pensaba en su madre, o en que los palazos de aquel shinobi iban a dejarle parapléjico.
—Yo... Yo... Yo no sé nada... —hubo otro golpetazo, y volvió a soltar un alarido de agonía—. ¡Lo juro! ¡Por todos los dioses, lo juro! Era... Era... Era un trabajo bien pagado, nada de preguntas... ¡Joder, así funcionan estas cosas!
Ralexion se aventuró a soltar un comentario que podría sonar de lo más arquetípico, pero que en aquella situación no dejaba de tener fuerzas. Al fin y al cabo, los tres estaban ejerciendo sus papeles por primera vez. Víctima, torturador y observador. Akame no desdeñó el papel que ocupaba, incluso aunque estaba luchando con todas sus fuerzas para que no le temblaran las manos. «Voy a hacerlo... Voy a hacerlo... Voy a hacerlo...», se repetía en su interior.
—Tu amigo y tú me podéis comer los cojones, hijos de puta, en cuanto me baje de aquí os voy a matUGH —las palabras se le atragantaron en la boca a Nue de repente.
El Uchiha de Uzu acababa de propinarle un palazo en plena espalda con todo el largo del barrote sujeto con ambas manos. El cuerpo de Nue se balanceó durante unos instantes mientras su dueño apretaba los dientes para no gritar de dolor. Akame arqueó una ceja y volvió a golpear, con idéntica contundencia a la primera vez. Entonces el muchacho dejó escapar un gemido entre dientes. Incapaz de contentarse, el del Remolino balanceó una vez más su instrumento para golpear por tercera ocasión a su víctima, esta vez más cerca de la baja espalda.
Hubo un crujido que retumbó en la sala, y entonces sí, los gritos de dolor del buscavidas llenaron el silencio.
—¿Estás preparado para hablar? —preguntó Akame, apretando los dientes, mientras se acuclillaba frente al muchacho.
—Arg... Arg... Joder... Joder... —fue cuanto recibió como respuesta.
El Uchiha se incorporó otra vez, volvió a cuadrar los pies en el suelo y le sacudió al otro un palazo tal que, del balanceo, el cable chirrió al hacer fuerza sobre la viga del techo que lo sustentaba. Nue volvió a gritar de puro dolor, esta vez con más intensidad que la anterior.
—Habla, coño —exigió Akame, levantando otra vez la barra de hierro.
Probablemente aquel chico de dieciséis o diecisiete años jamás habría pensado que acabaría en un viejo y mugroso almacén, en los barrios bajos de la capital de su país natal, siendo torturado por un shinobi de Uzushiogakure. Con toda seguridad, si le hubieran preguntado qué haría en semejante situación, él se habría encogido de hombros con aire de suficiencia. "Nue el Bastardo no es un soplón", habría dicho, regodeándose en el sobrenombre que él mismo se había colocadol. "Me desataría y entonces jodería vivo a ese cabrón", remataría.
Claro que, no fue lo que hizo. Sino que se derrumbó y empezó a llorar desconsoladamente. Probablemente pensaba en su madre, o en que los palazos de aquel shinobi iban a dejarle parapléjico.
—Yo... Yo... Yo no sé nada... —hubo otro golpetazo, y volvió a soltar un alarido de agonía—. ¡Lo juro! ¡Por todos los dioses, lo juro! Era... Era... Era un trabajo bien pagado, nada de preguntas... ¡Joder, así funcionan estas cosas!