25/01/2018, 01:08
Más relajado, Akame se acomodó como pudo en su asiento —la silla, aparte de vieja y sucia, era bastante incómoda— y observó el proceder de su pariente. Quizás otro ninja habría rehusado a replantearse sus tácticas, pero si algo caracterizaba a Uchiha Akame era su adaptabilidad. Si no conseguía llegar a su objetivo tomando un camino, no tenía reparos en cambiar el rumbo. Incluso aunque eso significara hacer algo que cruzase varias líneas morales. A él le importaban tres pimientos esas cosas.
Ralexion dio su discurso en paz y sin interrupciones, con la mirada aterrada del joven mercenario fija en sus ojos. Nue se agitó un par de veces durante el discurso y murmuró una débil súplica en otra ocasión, pero no fue hasta cierto momento que alzó la voz.
—¿Ves esto? Esto me lo hiciste tú el otro día.
—Yo... Yo no sé... No sé disparar con ballesta —admitió, con un tono de voz que revelaba confusión y vergüenza a partes iguales. No parecía estar mintiendo.
«Oh, por todos los dioses...» Akame sólo esperaba que aquella revelación no fuese tomada en serio por su compañero o, en el peor de los casos, que dejase aquel detalle para un momento menos acuciante.
—Yo... Yo... Ugh —vomitó un esputo de sangre. Desde tan cerca, Ralexion pudo apreciar que la patada que Akame le había dado en el rostro le había roto varios dientes al muchacho—. Está bien... Voy... Voy a hablar.
»Pero... Por favor... Bájame de aquí... Por favor...
Ralexion dio su discurso en paz y sin interrupciones, con la mirada aterrada del joven mercenario fija en sus ojos. Nue se agitó un par de veces durante el discurso y murmuró una débil súplica en otra ocasión, pero no fue hasta cierto momento que alzó la voz.
—¿Ves esto? Esto me lo hiciste tú el otro día.
—Yo... Yo no sé... No sé disparar con ballesta —admitió, con un tono de voz que revelaba confusión y vergüenza a partes iguales. No parecía estar mintiendo.
«Oh, por todos los dioses...» Akame sólo esperaba que aquella revelación no fuese tomada en serio por su compañero o, en el peor de los casos, que dejase aquel detalle para un momento menos acuciante.
—Yo... Yo... Ugh —vomitó un esputo de sangre. Desde tan cerca, Ralexion pudo apreciar que la patada que Akame le había dado en el rostro le había roto varios dientes al muchacho—. Está bien... Voy... Voy a hablar.
»Pero... Por favor... Bájame de aquí... Por favor...