26/01/2018, 20:56
En primer lugar captó el inconfundible sonido del calzado con tacón al chocar contra la gravilla y roca. El moreno giró sobre sus talones de inmediato, deseoso de observar al nuevo actor que había entrado en escena tan pronto su figura escalase lo suficiente de la colina como para ser visible.
Se trataba de una mujer de aspecto estelizado y femenino, vestida con un set de prendas que engendraban un acuerdo mutuo entre la moda y la movilidad excelente. Se aproximó a Ralexion, el cual quedó a la espera, silencioso, para acto seguido presentarse con una simpleza y actitud vergonzosa que tomaron desprevenido al muchacho.
—H-Hola —respondió con la misma brevedad, inseguro respecto al protocolo que seguir en esa situación de colaboración entre aldeas.
Momentos más tarde, antes de que el dúo de ninjas se viese en la obligación de caer en una conversación incómoda apremiada por el silencio, se personó el tercer y último integrante del equipo. En esta ocasión la reacción del muchacho fue mucho más alegre, ya que reconocía al amejin en cuestión.
—¡Bueno, bueno! ¡No esperaba que uno de los operativos ibas a ser tú, Karamaru-san!
Sin embargo, la cuestión disparada por el calvo le engendró una expresión de confusión.
—Eh... sí, ¿supongo? —miró a Kagetsuna— ¿No se supone que sois los dos de la misma aldea?
Entonces el kusajin reparó en algo. Retrocedió un par de pasos con celeridad, creando distancia entre él y la "joven".
—No serás... ¡¿una espía?!
Se trataba de una mujer de aspecto estelizado y femenino, vestida con un set de prendas que engendraban un acuerdo mutuo entre la moda y la movilidad excelente. Se aproximó a Ralexion, el cual quedó a la espera, silencioso, para acto seguido presentarse con una simpleza y actitud vergonzosa que tomaron desprevenido al muchacho.
—H-Hola —respondió con la misma brevedad, inseguro respecto al protocolo que seguir en esa situación de colaboración entre aldeas.
Momentos más tarde, antes de que el dúo de ninjas se viese en la obligación de caer en una conversación incómoda apremiada por el silencio, se personó el tercer y último integrante del equipo. En esta ocasión la reacción del muchacho fue mucho más alegre, ya que reconocía al amejin en cuestión.
—¡Bueno, bueno! ¡No esperaba que uno de los operativos ibas a ser tú, Karamaru-san!
Sin embargo, la cuestión disparada por el calvo le engendró una expresión de confusión.
—Eh... sí, ¿supongo? —miró a Kagetsuna— ¿No se supone que sois los dos de la misma aldea?
Entonces el kusajin reparó en algo. Retrocedió un par de pasos con celeridad, creando distancia entre él y la "joven".
—No serás... ¡¿una espía?!