27/01/2018, 16:26
El pobre diablo seguía consciente, aunque a duras penas. El joven dejó escapar un sonido de alivio similar a un resoplido. Ralexion se dispuso a continuar con el interrogatorio, seguir haciendo uso de sus dotes del habla antes de que le resultase imposible contestar a Nue, mas no dispuso de oportunidad para ello. Sintió el firme pulso de Akame sobre su hombro tirando de él, el kusajin se dejó llevar a regañadientes, enarbolando una expresión de bien claro descontento.
Aguantó las acometidas verbales del otro shinobi con los brazos cruzados y el rostro aún fijo en un mal gesto.
—¡¿Qué tiene esto que ver con ser un ninja?! ¡Ni siquiera estamos en una misión! —alzó la voz— Si lo matas, ¿entonces qué? Adiós a tu preciosa pista, vas a tener que estar buscando hasta dar con otro.
—Tienes una última oportunidad para sacarle algo útil. Una. Si no, lo haremos a mi modo —Ralexion expresó un sonoro "hmpf"—. Quiero saber quién le contrató y dónde se reunió con él.
—Está bien, maldita sea. Déjame que hable con él.
Retornó a la vera del preso desdichado. El genin apenas podía echarle un vistazo sin poner, de forma inconsciente, una mueca de lástima. Quedó cara a cara con Nue —a pesar de que sus heridas le causaban un genuino dolor físico al verlas—, con solo un metro de separación entre sus rostros, agachado. Quería que le escuchase bien y no necesitar repertirse.
—Kurosaki-san, necesito que prestes toda la atención que puedas. Entiendo el funcionamiento de trabajos como el tuyo, especialmente cuando hay un tipo como el de las cicatrices en el ajo, pero te aseguro que tienes mucho más que temer en estos momentos de mi compañero que el otro individuo. Uno de nuestros objetivos es matarle, así que no tienes nada que temer —una mentira piadosa, un aliciente con el que engrasarle los labios—. Vamos, colega, no merece la pena que quedes parapléjico o muerto por un trabajo así, no les debes ningún tipo de lealtad. Nosotros nos ocuparemos de ellos y tú podrás seguir con tu vida.
»Necesito dos cosas, Kurosaki-san, dos cosas muy importantes: la identidad del hombre que te contrató y el lugar donde te reuniste con él. Si no me otorgas eso me temo que no voy a poder garantizar tu seguridad. Piénsalo, ¿vas a morir por miedo de que te maten otros? No tiene sentido.
Hacía por mantener la calma pero no era una tarea sencilla. La tensión estaba a flor de piel y era perfectamente consciente de que no podría detener a Akame en caso de que su último intento fallase. Por todo esto sus palabras, a pesar de que estaban bien construidas, eran frenéticas, precipitadas. Hablaba rápido, improvisando sobre la marcha...
Aguantó las acometidas verbales del otro shinobi con los brazos cruzados y el rostro aún fijo en un mal gesto.
—¡¿Qué tiene esto que ver con ser un ninja?! ¡Ni siquiera estamos en una misión! —alzó la voz— Si lo matas, ¿entonces qué? Adiós a tu preciosa pista, vas a tener que estar buscando hasta dar con otro.
—Tienes una última oportunidad para sacarle algo útil. Una. Si no, lo haremos a mi modo —Ralexion expresó un sonoro "hmpf"—. Quiero saber quién le contrató y dónde se reunió con él.
—Está bien, maldita sea. Déjame que hable con él.
Retornó a la vera del preso desdichado. El genin apenas podía echarle un vistazo sin poner, de forma inconsciente, una mueca de lástima. Quedó cara a cara con Nue —a pesar de que sus heridas le causaban un genuino dolor físico al verlas—, con solo un metro de separación entre sus rostros, agachado. Quería que le escuchase bien y no necesitar repertirse.
—Kurosaki-san, necesito que prestes toda la atención que puedas. Entiendo el funcionamiento de trabajos como el tuyo, especialmente cuando hay un tipo como el de las cicatrices en el ajo, pero te aseguro que tienes mucho más que temer en estos momentos de mi compañero que el otro individuo. Uno de nuestros objetivos es matarle, así que no tienes nada que temer —una mentira piadosa, un aliciente con el que engrasarle los labios—. Vamos, colega, no merece la pena que quedes parapléjico o muerto por un trabajo así, no les debes ningún tipo de lealtad. Nosotros nos ocuparemos de ellos y tú podrás seguir con tu vida.
»Necesito dos cosas, Kurosaki-san, dos cosas muy importantes: la identidad del hombre que te contrató y el lugar donde te reuniste con él. Si no me otorgas eso me temo que no voy a poder garantizar tu seguridad. Piénsalo, ¿vas a morir por miedo de que te maten otros? No tiene sentido.
Hacía por mantener la calma pero no era una tarea sencilla. La tensión estaba a flor de piel y era perfectamente consciente de que no podría detener a Akame en caso de que su último intento fallase. Por todo esto sus palabras, a pesar de que estaban bien construidas, eran frenéticas, precipitadas. Hablaba rápido, improvisando sobre la marcha...