27/01/2018, 18:06
—T... Taki-s... san... No entiendes nada...
No, Ralexion no lo entendía. Su expresión se vio plagada de confusión, haciendo patente la ignorancia que tanto el captivo como el carcelero ya habían detectado. Con agitado semblante observó el intercambio de miradas entre Nue y Akame. Fue así que el maltrecho rapaz reveló lo poco que sabía sobre su misterioso empleador.
El resto fue silencio.
—¿Alguna vez has matado a un hombre?
Notó el frío mango del arma entre sus dedos. Dirigió su campo de visión hacia Akame casi de inmediato. Los ojos se le salían de las órbitas. Esto sí que podía comprenderlo: la intención con la que el uzujin le había disparado aquella sórdida pregunta. «¡¿A ESTO SE REFERÍAN LOS DOS?! ¡¿ES ESTO LO QUE NO ENTIENDO, QUE AKAME PRETENDÍA MATARLO DESDE EL PRINCIPIO?!», se mordió el labio inferior con tal dejadez que sus incisivos atravesaron la piel, produciendo una herida insignificante que apenas sangró.
—¡Claro que he querido matar a alguien alguna vez, pero esto es ridículo! —encaró a Akame y se alejó un par de pasos de él con un movimiento brusco. Había perdido los papeles— ¡¿Quieres que lo mate a sangre fría?! ¡NI DE COÑA!
La mas primigenia de las iras rezumaba de cada una de aquellas palabras.
Al genin no le entraba en la cabeza. Se sentía mareado, como si pudiese quedar inconsciente en cualquier momento, sin previo aviso. Su moralidad, representada por un juez de aspecto veterano en el interior de su imaginación, no paraba de dar repetidos golpes con el martillo en su estrado. Matar a alguien de aquella manera por aquellos motivos le resultaba inaceptable. ¿Debía de hacerlo en pos de garantizar su supervivencia o la de otros, o simplemente porque su enemigo era un villano que le había perpretado un gran mal? Entonces sí, estaba dispuesto. Pero, ¿asesinar a un muchacho apenas más mayor que él por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado tras asestarle una paliza brutal y aterrorizarlo? Escupía sobre esa noción.
Casi barajó la posibilidad de apuñalar a Akame en su lugar.
No, Ralexion no lo entendía. Su expresión se vio plagada de confusión, haciendo patente la ignorancia que tanto el captivo como el carcelero ya habían detectado. Con agitado semblante observó el intercambio de miradas entre Nue y Akame. Fue así que el maltrecho rapaz reveló lo poco que sabía sobre su misterioso empleador.
El resto fue silencio.
—¿Alguna vez has matado a un hombre?
Notó el frío mango del arma entre sus dedos. Dirigió su campo de visión hacia Akame casi de inmediato. Los ojos se le salían de las órbitas. Esto sí que podía comprenderlo: la intención con la que el uzujin le había disparado aquella sórdida pregunta. «¡¿A ESTO SE REFERÍAN LOS DOS?! ¡¿ES ESTO LO QUE NO ENTIENDO, QUE AKAME PRETENDÍA MATARLO DESDE EL PRINCIPIO?!», se mordió el labio inferior con tal dejadez que sus incisivos atravesaron la piel, produciendo una herida insignificante que apenas sangró.
—¡Claro que he querido matar a alguien alguna vez, pero esto es ridículo! —encaró a Akame y se alejó un par de pasos de él con un movimiento brusco. Había perdido los papeles— ¡¿Quieres que lo mate a sangre fría?! ¡NI DE COÑA!
La mas primigenia de las iras rezumaba de cada una de aquellas palabras.
Al genin no le entraba en la cabeza. Se sentía mareado, como si pudiese quedar inconsciente en cualquier momento, sin previo aviso. Su moralidad, representada por un juez de aspecto veterano en el interior de su imaginación, no paraba de dar repetidos golpes con el martillo en su estrado. Matar a alguien de aquella manera por aquellos motivos le resultaba inaceptable. ¿Debía de hacerlo en pos de garantizar su supervivencia o la de otros, o simplemente porque su enemigo era un villano que le había perpretado un gran mal? Entonces sí, estaba dispuesto. Pero, ¿asesinar a un muchacho apenas más mayor que él por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado tras asestarle una paliza brutal y aterrorizarlo? Escupía sobre esa noción.
Casi barajó la posibilidad de apuñalar a Akame en su lugar.