28/01/2018, 14:17
Los afilados orbes del muchacho quedaron yuxtapuestos sobre la figura en movimiento de Uchiha Akame. La tranquilidad con la que este se pronunció sorprendió al kusajin, que esperaba una ira equitativa a la suya propia. Su expresión mutó desde la cólera hasta la desesperación. «¿De verdad tengo que hacerlo...? ¿No existe ninguna alternativa...?». Era consciente de que incluso aunque se negase hasta la saciedad, Akame lo haría igualmente, con o sin él. Kurosaki Nue estaba condenado, la identidad del verdugo era indiferente.
Tragó saliva. Estaba mareado y sudaba, todo producto de los nervios engendrados por la situación. Comenzó a hiperventilar. Se cernía sobre él un terrible ataque de ansiedad, como si se tratase de una bestia acechante.
—Joder... joder... joder... ¡JODER!
Maldijo a su suerte.
Sí, había deseado matar antes, durante la noche en la que su hermana y él se vieron emboscados por aquella pandilla de escoria. En ese caso solo logró propinar un par de palizas y ocasionar quemaduras graves al líder, pero todos y cada uno de sus golpes iban alimentados por instinto homicida. Ahora, en cambio, la cosa cambiaba mucho...
Una vocecilla maléfica se abrió paso en su psique: "Para ser un ninja necesitas acostumbrarte a matar, a la muerte. Hacerlo durante un combate, cuando estás hasta arriba de adrenalina, es sencillo, pero ensuciarse las manos en situaciones así no es tan fácil. La repetición otorga insensibilización. Un ninja debe de ser insensible. Mátalo y conviértete en un shinobi de verdad, Ralexion. Arrebatarle la vida a otro es imperdonable, no te engañes, pero una muerte puede traer vida a otros. En este caso, te otorgará vida a ti mismo y a Akame. No eres ni culpable ni responsable de las decisiones de este niño que quiso ser soldado de fortuna. Toma el kunai y atraviésale el corazón. Otórgale descanso, líbrale de las preocupaciones de este mundo."
La voz formaba parte del propio joven, era su lado más frío y calculador, el cual trataba de persuadirle porque sabía que ese curso de acción era el más adecuado.
Con mociones pesadas e inseguras se plantó frente al individuo. El pobre diablo ya estaba con un pie en la otra vida. El Uchiha hasta le estaría haciendo un favor, ¿verdad? ¿Verdad...? «Que sea rápido e indoloro... rápido e indoloro... rápido e indoloro...», repitió su mantra. Alzó el kunai y calculó, a ojo, la altura a la que debía de estar el corazón de Nue. Aguantó la respiración...
...y le apuñaló con pulso irregular.
Tragó saliva. Estaba mareado y sudaba, todo producto de los nervios engendrados por la situación. Comenzó a hiperventilar. Se cernía sobre él un terrible ataque de ansiedad, como si se tratase de una bestia acechante.
—Joder... joder... joder... ¡JODER!
Maldijo a su suerte.
Sí, había deseado matar antes, durante la noche en la que su hermana y él se vieron emboscados por aquella pandilla de escoria. En ese caso solo logró propinar un par de palizas y ocasionar quemaduras graves al líder, pero todos y cada uno de sus golpes iban alimentados por instinto homicida. Ahora, en cambio, la cosa cambiaba mucho...
Una vocecilla maléfica se abrió paso en su psique: "Para ser un ninja necesitas acostumbrarte a matar, a la muerte. Hacerlo durante un combate, cuando estás hasta arriba de adrenalina, es sencillo, pero ensuciarse las manos en situaciones así no es tan fácil. La repetición otorga insensibilización. Un ninja debe de ser insensible. Mátalo y conviértete en un shinobi de verdad, Ralexion. Arrebatarle la vida a otro es imperdonable, no te engañes, pero una muerte puede traer vida a otros. En este caso, te otorgará vida a ti mismo y a Akame. No eres ni culpable ni responsable de las decisiones de este niño que quiso ser soldado de fortuna. Toma el kunai y atraviésale el corazón. Otórgale descanso, líbrale de las preocupaciones de este mundo."
La voz formaba parte del propio joven, era su lado más frío y calculador, el cual trataba de persuadirle porque sabía que ese curso de acción era el más adecuado.
Con mociones pesadas e inseguras se plantó frente al individuo. El pobre diablo ya estaba con un pie en la otra vida. El Uchiha hasta le estaría haciendo un favor, ¿verdad? ¿Verdad...? «Que sea rápido e indoloro... rápido e indoloro... rápido e indoloro...», repitió su mantra. Alzó el kunai y calculó, a ojo, la altura a la que debía de estar el corazón de Nue. Aguantó la respiración...
...y le apuñaló con pulso irregular.