29/01/2018, 01:31
Afortunadamente, la tensión de la situación fue desinflándose como un globo pinchado. Y tanto Yota como su extraña amiga acompañaron a Ayame al exterior de la posada bajo la aún cautelosa mirada de los aldeanos, que no bajaron sus armas hasta que no pusieron un pie fuera del local.
Una gélida ventisca nada más salir. Ayame, estremeciéndose bajo la fría noche de Yukio, se arrebujó en su gruesa capa de viaje. Incluso ella, aunque nativa de aquel país, se sorprendía del frío que podía hacer en aquella localidad incluso en primavera.
—¿Por qué? —preguntó Yota, llamando su atención. Ayame, con la mitad inferior del rostro tapada para protegerse la nariz, se volvió hacia su interlocutor con la confusión brillando en sus ojos castaños—. Quiero decir, te lo agradezco pero... ¿Por qué nos ayudaste?
Ella tardó algunos segundos en responderle.
—¿Por qué no? —rebatió, intentando hacerse entender por debajo de las prendas. Sus ojos viraron momentáneamente hacia la araña, pero esta, más que miedo, mostraban curiosidad—. Es tuya, ¿verdad? No iba a permitir que acabaran con ella. Y, entiéndelo, tampoco quería que causaras un conflicto ahí dentro en defensa propia. Como kunoichi de Amegakure me vería obligada a ponerme de parte de ellos para protegerlos. Después de todo estamos en el País de la Tormenta...
Una gélida ventisca nada más salir. Ayame, estremeciéndose bajo la fría noche de Yukio, se arrebujó en su gruesa capa de viaje. Incluso ella, aunque nativa de aquel país, se sorprendía del frío que podía hacer en aquella localidad incluso en primavera.
—¿Por qué? —preguntó Yota, llamando su atención. Ayame, con la mitad inferior del rostro tapada para protegerse la nariz, se volvió hacia su interlocutor con la confusión brillando en sus ojos castaños—. Quiero decir, te lo agradezco pero... ¿Por qué nos ayudaste?
Ella tardó algunos segundos en responderle.
—¿Por qué no? —rebatió, intentando hacerse entender por debajo de las prendas. Sus ojos viraron momentáneamente hacia la araña, pero esta, más que miedo, mostraban curiosidad—. Es tuya, ¿verdad? No iba a permitir que acabaran con ella. Y, entiéndelo, tampoco quería que causaras un conflicto ahí dentro en defensa propia. Como kunoichi de Amegakure me vería obligada a ponerme de parte de ellos para protegerlos. Después de todo estamos en el País de la Tormenta...

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