29/01/2018, 04:07
La respuesta que recibió no fue del todo satisfactoria, obviamente no se había tirado años dentro de la celda o probablemente se hubiese muerto o enfermado mucho peor de lo que ya se había conseguido en plena huelga de hambre y también con las pésimas condiciones en que se encontraba su celda.
Lo peor era que cuando menos se lo esperó, el bandido le pegó un manotazo en el cuello, no fue doloroso ni con violencia excesiva, pero si sabía que algo le había quedado pegado y por mero reflejo se llevó una mano a la zona afectada, se frotó y básicamente sintió algo parecido a papel.
—¿Otro sello? —preguntó algo irritada, temiendo lo peor y por ello no se mostraba muy dispuesta a probar suerte a quitar aquello de su cuello.
Tristemente, justo cuando soltó la frase, algo le cayó en la cabeza dejándola literalmente ciega y para colmo una mano le había quedado dentro del saco y obviamente algo chueca. Estaba incómoda, hablando de forma sencilla.
Nagisa reanudó el viaje a primera hora, no se molestó demasiado en intentar arreglarse ni nada por el estilo porque por un lado no tenía los elementos necesarios para ello, y por el otro no tenía el tiempo ni la motivación para hacerlo. Lo único que esperaba era poder concluir aquel asunto lo antes posible y con la menor cantidad de contratiempos posibles.
Tenía que guiarse pura y exclusiva por su propia memoria y un vago mapa que no ayudaba en lo más mínimo. Pero por suerte logró dar con una formación extraña y de aspecto sospechoso donde estaban dos hombres —alguno de ellos era un clon seguramente— y una fémina de rodillas a un lado. A juzgar por su físico, esa chica era Koko, era fácil para la Sakamoto reconocer aquella silueta e incluso cuando la vestimenta que tenía no dejaba ver fácilmente sus proporciones, podía verse perfectamente en una porción del escote una importante cantidad de pecas adornando la piel de la chica.
—Imagino que a ti te tengo que pagar para que me devuelvas a la Kageyama, ¿verdad? —preguntó con cierta indiferencia mientras mantenía su mirada en el torso de los masculinos evitando así la mirada rojiza de aquellos dos.
Dicho sea de paso, la mujer había sido algo precavida y no se atrevió a atravesar aquel cuadrado imaginario.
Lo peor era que cuando menos se lo esperó, el bandido le pegó un manotazo en el cuello, no fue doloroso ni con violencia excesiva, pero si sabía que algo le había quedado pegado y por mero reflejo se llevó una mano a la zona afectada, se frotó y básicamente sintió algo parecido a papel.
—¿Otro sello? —preguntó algo irritada, temiendo lo peor y por ello no se mostraba muy dispuesta a probar suerte a quitar aquello de su cuello.
Tristemente, justo cuando soltó la frase, algo le cayó en la cabeza dejándola literalmente ciega y para colmo una mano le había quedado dentro del saco y obviamente algo chueca. Estaba incómoda, hablando de forma sencilla.
Nagisa reanudó el viaje a primera hora, no se molestó demasiado en intentar arreglarse ni nada por el estilo porque por un lado no tenía los elementos necesarios para ello, y por el otro no tenía el tiempo ni la motivación para hacerlo. Lo único que esperaba era poder concluir aquel asunto lo antes posible y con la menor cantidad de contratiempos posibles.
Tenía que guiarse pura y exclusiva por su propia memoria y un vago mapa que no ayudaba en lo más mínimo. Pero por suerte logró dar con una formación extraña y de aspecto sospechoso donde estaban dos hombres —alguno de ellos era un clon seguramente— y una fémina de rodillas a un lado. A juzgar por su físico, esa chica era Koko, era fácil para la Sakamoto reconocer aquella silueta e incluso cuando la vestimenta que tenía no dejaba ver fácilmente sus proporciones, podía verse perfectamente en una porción del escote una importante cantidad de pecas adornando la piel de la chica.
—Imagino que a ti te tengo que pagar para que me devuelvas a la Kageyama, ¿verdad? —preguntó con cierta indiferencia mientras mantenía su mirada en el torso de los masculinos evitando así la mirada rojiza de aquellos dos.
Dicho sea de paso, la mujer había sido algo precavida y no se atrevió a atravesar aquel cuadrado imaginario.