30/01/2018, 06:49
Uchiha Zaide no pudo evitar soltar una corta pero intensa carcajada tras oír todas las peticiones de Nagisa. Definitivamente, era la familia más extraña con la que se había topado a lo largo de todo Oonindo. De largo.
Suspiró. Lo cierto era que sí que le apetecía hacerlo.
—Quizá podamos divertirnos… —formó un sello de Carnero—, más tarde.
Sí, le apetecía descargar, pero ahora mismo tenía cosas más importantes de las que preocuparse. Formado el sello, una ristra de complicados hexagramas empezaron a recorrer la piel de la kunoichi, paralizándola por completo. Y es que el Uchiha, cuando había acariciado el dorso de la mano de la chica al coger la bolsa con el dinero, había sellado en ella el Jigō Jubaku no In.
Lo más fácil estaba saliendo tal y como había planeado. Ahora quedaba lo más difícil.
Zaide, el hombre que había formado el sello, se introdujo dentro del cuadrado imaginario que formaban las losas de piedra, agachándose momentáneamente cuando llegó a la altura de las rocas. Luego, tomó un sello explosivo que le prestó el Zaide que se ocupaba de Koko. Volvió sobre sus pasos, le enseñó el sello explosivo a la chica —pudo ver que era de clase A—, y se lo pegó directamente en el cuello, sobre la piel.
—Ay, Koko, Koko… —murmuró el Zaide que estaba junto a ella—. No pensarías que iba a ser tan fácil, ¿huh?
El otro Zaide, mientras tanto, volvió a emitir un fuerte silbido. Entonces, a lo lejos, Koko pudo distinguir una enorme ave cayendo del cielo en picado. No era un buitre, como el que había visto usar a Katame y Kuma, sino un águila. Un águila arpía.
Extendió sus alas cuan grandes eran y aterrizó con tremenda suavidad sobre el terreno. Zaide le lanzó la bolsa con el dinero, que ésta atrapó con el pico.
—Ya sabes a dónde ir —dijo, y el águila alzó de nuevo el vuelo dirigiéndose hacia una montaña situada al Este. O, al menos, en aquella dirección. Entonces Zaide dio una fuerte palmada—. ¡Bien! ¿Qué os parece si os digo lo que realmente quiero de vosotras, huh?
Suspiró. Lo cierto era que sí que le apetecía hacerlo.
—Quizá podamos divertirnos… —formó un sello de Carnero—, más tarde.
Sí, le apetecía descargar, pero ahora mismo tenía cosas más importantes de las que preocuparse. Formado el sello, una ristra de complicados hexagramas empezaron a recorrer la piel de la kunoichi, paralizándola por completo. Y es que el Uchiha, cuando había acariciado el dorso de la mano de la chica al coger la bolsa con el dinero, había sellado en ella el Jigō Jubaku no In.
Lo más fácil estaba saliendo tal y como había planeado. Ahora quedaba lo más difícil.
Zaide, el hombre que había formado el sello, se introdujo dentro del cuadrado imaginario que formaban las losas de piedra, agachándose momentáneamente cuando llegó a la altura de las rocas. Luego, tomó un sello explosivo que le prestó el Zaide que se ocupaba de Koko. Volvió sobre sus pasos, le enseñó el sello explosivo a la chica —pudo ver que era de clase A—, y se lo pegó directamente en el cuello, sobre la piel.
—Ay, Koko, Koko… —murmuró el Zaide que estaba junto a ella—. No pensarías que iba a ser tan fácil, ¿huh?
El otro Zaide, mientras tanto, volvió a emitir un fuerte silbido. Entonces, a lo lejos, Koko pudo distinguir una enorme ave cayendo del cielo en picado. No era un buitre, como el que había visto usar a Katame y Kuma, sino un águila. Un águila arpía.
Extendió sus alas cuan grandes eran y aterrizó con tremenda suavidad sobre el terreno. Zaide le lanzó la bolsa con el dinero, que ésta atrapó con el pico.
—Ya sabes a dónde ir —dijo, y el águila alzó de nuevo el vuelo dirigiéndose hacia una montaña situada al Este. O, al menos, en aquella dirección. Entonces Zaide dio una fuerte palmada—. ¡Bien! ¿Qué os parece si os digo lo que realmente quiero de vosotras, huh?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado