1/02/2018, 12:01
—Joder, eso es lo más inteligente que habéis dicho en mucho rato —intervino la araña, ante la propuesta de Ayame de buscar un refugio en el que guarecerse del frío, y la muchacha no pudo evitar volver a sobresaltarse. Parecía que aún tardaría un poco en acostumbrarse a que un arácnido hablara...—. ¡Un minuto más y voy a acabar congelada!
—Si, vale, vale, ya lo sé. Busquemos algún lu.. —afirmó Yota, pero otra voz le interrumpió.
La aguda y dulce voz de una niña de cuya presencia no habían reparado hasta entonces.
—¡Ostras! ¿Sois ninjas verdad? ¡Lleváis bandana!
Ayame esbozó una sonrisa. Parecía que, bien a causa del frío o bien por la inesperada llegada de la chiquilla, la conversación alrededor de la misión de los hilos del chakra natural había quedado relegada a un segundo plano. Resignada, se agachó para quedar a la misma altura que la niña y removió su capa de viaje lo suficiente como para que quedara a la vista las cuatro líneas verticales que cruzaban el metal de su bandana en el emblemático símbolo de Amegakure.
—Así es, yo soy una kunoichi de Amegakure, y mi compañero es un shinobi de Kusagakure —respondió, gentil. Entonces ladeó ligeramente la cabeza—. ¿No deberías estar en casa? Hace mucho frío y es muy tarde ya para que una niña vaya por ahí sola.
—Si, vale, vale, ya lo sé. Busquemos algún lu.. —afirmó Yota, pero otra voz le interrumpió.
La aguda y dulce voz de una niña de cuya presencia no habían reparado hasta entonces.
—¡Ostras! ¿Sois ninjas verdad? ¡Lleváis bandana!
Ayame esbozó una sonrisa. Parecía que, bien a causa del frío o bien por la inesperada llegada de la chiquilla, la conversación alrededor de la misión de los hilos del chakra natural había quedado relegada a un segundo plano. Resignada, se agachó para quedar a la misma altura que la niña y removió su capa de viaje lo suficiente como para que quedara a la vista las cuatro líneas verticales que cruzaban el metal de su bandana en el emblemático símbolo de Amegakure.
—Así es, yo soy una kunoichi de Amegakure, y mi compañero es un shinobi de Kusagakure —respondió, gentil. Entonces ladeó ligeramente la cabeza—. ¿No deberías estar en casa? Hace mucho frío y es muy tarde ya para que una niña vaya por ahí sola.