18/08/2015, 00:53
Hay veces que por más que te acostumbres a algo llega un punto que te cansa. En este caso, la lluvia. Karamaru vivió desde pequeño bajo las gotas de agua que caían del cielo e impactaban en su calva. Pero hay días en los que quieres cambiar un poco, y hoy era uno de esos. En sus doce años de vida Karamaru apenas había visto el Sol y por eso se quería alejar un poco de Amegakure. Se dirigió a un destino que le era casi obligado, recomendado a todo discípulo del templo en el que antiguamente habitaba, y era en el País de la Tierra. Las escaleras interminables, esas que llegan hasta el mismísimo cielo y ponen a prueba la fortaleza del monje. Según decían, todo un reto para un novato.
Pero al calvo le gustaban los retos, y sabía que sus otros tres compañeros calvos seguramente ya habían pasado por ese lugar, y él no quería ser menos. Era temprano, bastante de hecho, unas horas antes del horario común en el que el shinobi despertaba. Seguramente mas allá del territorio cubierto por nubes todavía no había asomado los rayos del Sol.
«Agua, comida, dinero y mi bolsa de dormir. Supongo que no necesito nada más» Terminaba de hacer recuento de los objetos que necesitaría para el viaje y se ajustó su cinturón. Tomo la mochila, con la bolsa de dormir atado, y salió de su residencia para emprender el viaje.
Es verdad que hubo días en el viaje que hacía frío, pero Karamaru seguía con su túnica sin mangas. Algunos pensaran que estaba loco, otros que se había olvidado el abrigo, pero en realidad Karamaru se preparaba desde chico para aguantar el frío y el calor. Incluso le gustaba sentir el viento pegando en su piel, por más que sea fresco. Sentir frío, tal vez, acobardarse, jamás.
Tras algunos pequeños hoteles y algún que otra casa de amables habitantes, las noches pasaron para dar lugar al día en el que el calvo llegaba a la base, al primer escalón, de las escaleras al cielo. Karamaru ya había visto el Sol varios días, por ese lado estaba conforme, pero tenía que cumplir su reto de llegar a la cima. Se sentó en los primeros desniveles del suelo, abrió su mochila, y sacó una gran porción de comida que comenzó a devorar lentamente.
«Se supone que hay que juntar energías antes de entrenar ¿No?» pensaba Karamaru mientras reía en soledad
Pero al calvo le gustaban los retos, y sabía que sus otros tres compañeros calvos seguramente ya habían pasado por ese lugar, y él no quería ser menos. Era temprano, bastante de hecho, unas horas antes del horario común en el que el shinobi despertaba. Seguramente mas allá del territorio cubierto por nubes todavía no había asomado los rayos del Sol.
«Agua, comida, dinero y mi bolsa de dormir. Supongo que no necesito nada más» Terminaba de hacer recuento de los objetos que necesitaría para el viaje y se ajustó su cinturón. Tomo la mochila, con la bolsa de dormir atado, y salió de su residencia para emprender el viaje.
Es verdad que hubo días en el viaje que hacía frío, pero Karamaru seguía con su túnica sin mangas. Algunos pensaran que estaba loco, otros que se había olvidado el abrigo, pero en realidad Karamaru se preparaba desde chico para aguantar el frío y el calor. Incluso le gustaba sentir el viento pegando en su piel, por más que sea fresco. Sentir frío, tal vez, acobardarse, jamás.
Tras algunos pequeños hoteles y algún que otra casa de amables habitantes, las noches pasaron para dar lugar al día en el que el calvo llegaba a la base, al primer escalón, de las escaleras al cielo. Karamaru ya había visto el Sol varios días, por ese lado estaba conforme, pero tenía que cumplir su reto de llegar a la cima. Se sentó en los primeros desniveles del suelo, abrió su mochila, y sacó una gran porción de comida que comenzó a devorar lentamente.
«Se supone que hay que juntar energías antes de entrenar ¿No?» pensaba Karamaru mientras reía en soledad
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘