2/02/2018, 01:28
El Uchiha no tardó en mostrar una expresión decepcionada, similarmente lastimosa a la de su acompañante. Aprovechó el fracaso de su plan para llevarse a la boca la galleta y degustarla él. Si Ritsuko no la quería no pasaba nada, la pasta no sería malgastada. Incluso al masticar y deleitarse con el sabor de la referida, su mala cara seguía siendo la reina.
—Ritsuko-chan, mi queridísima Ritsuko, mi pelirrojita tan adorable... —fue entonando con ánimos teatrales. Quizás camelarla serviría— Siento tanto haberte asustado... te pido que me perdones... nunca quise aterrorizarte...
A la par que hablaba se iba aproximando al rostro de la fémina, el mismo escondido tras el respaldo de la mesa. Frunció los labios y besó el aire varias veces, lanzándole carantoñas a su pareja.
—Vamos, Ritsukito, no te escondas...
Entonces cayó en la cuenta de algo importante, de algo esencial. Era lunes, el día de la semana que siempre visitaba a su hermana. Se le estaba haciendo tarde, pronto se terminarían las horas de visita y el Uchiha no había fallado un solo día desde el ingreso de Honōiro. Era grosero marcharse sin más, pero para él no existía otra opción.
—¡Ritsuko-chan, lo siento pero tengo que irme! —reveló de improvisto— Tengo que ir a visitar a mi hermana en el hospital antes de que se pase el horario de visita, ¡lo siento mucho! ¡Mañana te explico mejor!
Le dedicó a la pelirroja un beso fugaz en mitad de la frente y se apresuró a abandonar el hogar de su pareja a toda velocidad. Allí quedaría el té sin terminar, las pastas y la propia Ritsuko.
«Cuando te enteres de esto, hermanita...», pensó, sonriendo de forma inconsciente.
—Ritsuko-chan, mi queridísima Ritsuko, mi pelirrojita tan adorable... —fue entonando con ánimos teatrales. Quizás camelarla serviría— Siento tanto haberte asustado... te pido que me perdones... nunca quise aterrorizarte...
A la par que hablaba se iba aproximando al rostro de la fémina, el mismo escondido tras el respaldo de la mesa. Frunció los labios y besó el aire varias veces, lanzándole carantoñas a su pareja.
—Vamos, Ritsukito, no te escondas...
Entonces cayó en la cuenta de algo importante, de algo esencial. Era lunes, el día de la semana que siempre visitaba a su hermana. Se le estaba haciendo tarde, pronto se terminarían las horas de visita y el Uchiha no había fallado un solo día desde el ingreso de Honōiro. Era grosero marcharse sin más, pero para él no existía otra opción.
—¡Ritsuko-chan, lo siento pero tengo que irme! —reveló de improvisto— Tengo que ir a visitar a mi hermana en el hospital antes de que se pase el horario de visita, ¡lo siento mucho! ¡Mañana te explico mejor!
Le dedicó a la pelirroja un beso fugaz en mitad de la frente y se apresuró a abandonar el hogar de su pareja a toda velocidad. Allí quedaría el té sin terminar, las pastas y la propia Ritsuko.
«Cuando te enteres de esto, hermanita...», pensó, sonriendo de forma inconsciente.