3/02/2018, 22:27
(Última modificación: 3/02/2018, 22:42 por Umikiba Kaido.)
¡Pam!
El jodido ¡Pam! evitó que pudiera saber más acerca de Kila, o de por qué estaba ella en Taikarune. Evitó poder discernir más acerca del brazalete, y de si sólo sería una simple piedra en el camino, que podría joderle un poco el anonimato.
De cualquier forma, Kaido era de perder rápido el interés. Y lo volcó todo hacia el hombre que rugía para captar la atención de los numerosos postulantes a camarero. Solo ahí entendió que, aquella convocatoria, era sólo parte del espectáculo. Probablemente para que ninguno de los ya contratados pudiera sospechar de nada. A todas luces, Kaido tendría que ser contratado a todas las de la ley por, sencillamente, la dura época de las fiestas. Y nada más.
El gyojin señaló el camino y esperó, a que la dama tomara curso. Él, lo haría después.
¿Y qué encontró una vez dentro de Baratie?
A un barco con una inmensidad abrumante. La cubierta ya era por sí sola lo suficientemente grande como para atender a un buen puñado de gente, pero el interior de aquel acorazado aguardaría por muchas más sorpresas bajo sus cimientos. Entre ellas, el camarote principal inferior por el que bajaron posteriormente, donde se encontraron con más mesas adornadas con candelabros, luces y poco más. Acogedor. Y luego, la cocina.
Una vez allí, el tipo se detuvo. Y sólo entonces Kaido pudo discernir cómo era realmente, además de la calva. Musculoso pero no de músculo sino de grasa, con una pansa digna de un campeón del mundial de cerveza. Debatiéndose entre Kila y él, pasando desde la conformidad hasta una evidente confusión en cuestión de segundos.
Fuera Kaido capaz o no de percatarse de ello, viró su atención hasta Jitsuna.
Jitsuna, o bien esposa de Shifu Kano, serpenteó a través de la cocina para acercarse hacia los participantes. Les increpó con una mirada de escrutinio, y luego habló, presentándose debidamente y puntualizando el cómo se llevaría a cabo las pruebas para poder ser debidamente evaluados como camareros.
Kaido repasó las explicaciones como quien no quiere la cosa, sintiendo algo de alivio al tratarse sólo de una pequeña prueba de memoria. Esperaba que no fuera más que tretas similares, pero supo en ese instante que para poder fungir como camarero tendría que probarse ser uno. Joder, claro. No podía ser tan simple como tan sólo llevar un brazalete.
Maldijo para sus adentros. En su vida había tenido que cargar con más de un plato.
»¿Alguna duda? —Esperó un segundo, y añadió—:. Presentaos, de uno en uno.
—Aquí Umikiba Shirosame, no tengo ninguna «¡Maldita!» duda.
El jodido ¡Pam! evitó que pudiera saber más acerca de Kila, o de por qué estaba ella en Taikarune. Evitó poder discernir más acerca del brazalete, y de si sólo sería una simple piedra en el camino, que podría joderle un poco el anonimato.
De cualquier forma, Kaido era de perder rápido el interés. Y lo volcó todo hacia el hombre que rugía para captar la atención de los numerosos postulantes a camarero. Solo ahí entendió que, aquella convocatoria, era sólo parte del espectáculo. Probablemente para que ninguno de los ya contratados pudiera sospechar de nada. A todas luces, Kaido tendría que ser contratado a todas las de la ley por, sencillamente, la dura época de las fiestas. Y nada más.
El gyojin señaló el camino y esperó, a que la dama tomara curso. Él, lo haría después.
¿Y qué encontró una vez dentro de Baratie?
A un barco con una inmensidad abrumante. La cubierta ya era por sí sola lo suficientemente grande como para atender a un buen puñado de gente, pero el interior de aquel acorazado aguardaría por muchas más sorpresas bajo sus cimientos. Entre ellas, el camarote principal inferior por el que bajaron posteriormente, donde se encontraron con más mesas adornadas con candelabros, luces y poco más. Acogedor. Y luego, la cocina.
Una vez allí, el tipo se detuvo. Y sólo entonces Kaido pudo discernir cómo era realmente, además de la calva. Musculoso pero no de músculo sino de grasa, con una pansa digna de un campeón del mundial de cerveza. Debatiéndose entre Kila y él, pasando desde la conformidad hasta una evidente confusión en cuestión de segundos.
Fuera Kaido capaz o no de percatarse de ello, viró su atención hasta Jitsuna.
Jitsuna, o bien esposa de Shifu Kano, serpenteó a través de la cocina para acercarse hacia los participantes. Les increpó con una mirada de escrutinio, y luego habló, presentándose debidamente y puntualizando el cómo se llevaría a cabo las pruebas para poder ser debidamente evaluados como camareros.
Kaido repasó las explicaciones como quien no quiere la cosa, sintiendo algo de alivio al tratarse sólo de una pequeña prueba de memoria. Esperaba que no fuera más que tretas similares, pero supo en ese instante que para poder fungir como camarero tendría que probarse ser uno. Joder, claro. No podía ser tan simple como tan sólo llevar un brazalete.
Maldijo para sus adentros. En su vida había tenido que cargar con más de un plato.
»¿Alguna duda? —Esperó un segundo, y añadió—:. Presentaos, de uno en uno.
—Aquí Umikiba Shirosame, no tengo ninguna «¡Maldita!» duda.