4/02/2018, 02:04
Prueba tras prueba, los participantes fueron saliendo uno a uno. Unos con mejor cara que otros, algunos tomándose mucho más tiempo que el resto. Con cada tanto, Kaido no podía evitar sentirse, cuanto menos ligeramente nervioso.
«Bueno, siempre puedo escudarme en la misión. Si la cago, no tendrán de otra que fingir un poco de demencia y hacer como si el tipo azul se sacó la polla durante la prueba»
Sin embargo, lo que más le preocupó fue la celeridad con la que Kila volvió a la cocina. No habían pasado ni tres míseros minutos. La observó inquisitivo y le siguió con la mirada hasta que hubiese retomado su puesto habitual, tratando de discernir qué tan bien le había ido en la prueba. Pero, más pronto que tarde, Jitsuna llamó a su nombre. O al que se había inventado, mejor dicho.
Soltó un respingo acelerado y caminó hasta la habitación contigua.
Ahí le aguardaba la mujer, con cronómetro en mano. Y, por supuesto, la libreta de la discordia.
—Recuerda, Shirosame. Te haré los pedidos, y tú me dices cuando parar. Caminas hasta la barra, y cuando pase un minuto te vuelvo a llamar, y tendrás que recitarme cada pedido para cada mesa. Si te equivocas en una, ese pedido no cuenta. Luego, continuo con los pedidos, y así hasta que hayamos completado los diez. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —escupió, agobiado. Sólo entonces afinaría el oído, despejaría su mente de todo aquello que le pudiera distraer de su más imperioso objetivo y escuchó. Escuchó como no lo había hecho antes, quizás.
»Para la mesa tres, me vas a traer un daiquiri de fresa, pero con dos cucharadas de azúcar, y no una, y con poco ron. También un Huracán, pero con más ron tostado que blanco, y sin limón. Un Volcán con poco hielo; y un vaso de agua con hielo —la mejor forma que se le ocurrió para recordar todo aquello fue resumirlo lo suficiente, aunque manteniendo la esencia del pedido. Los detalles más importantes, sin los putos adornos.
«Daiquirí de fresa, muy dulce y poco ron. Huracán con ron negro y sin limón. Volcán con poco hielo y un vaso de agua, con el hielo que no le vas a poner al maldito volcán. Vale, pan comido»
Kaido le pidió callar cuando finalizó el tercer pedido. Sí, se pensó capaz de recordar otras dos tandas, aunque no así una cuarta pues era terreno inexplorado para él. Lo mejor era asegurar un buen performance en el primer minuto, aún y cuando no pudiera igualar a Kila. Ya si tendría que remontar al final de todo, correría el riesgo.
«Bueno, siempre puedo escudarme en la misión. Si la cago, no tendrán de otra que fingir un poco de demencia y hacer como si el tipo azul se sacó la polla durante la prueba»
Sin embargo, lo que más le preocupó fue la celeridad con la que Kila volvió a la cocina. No habían pasado ni tres míseros minutos. La observó inquisitivo y le siguió con la mirada hasta que hubiese retomado su puesto habitual, tratando de discernir qué tan bien le había ido en la prueba. Pero, más pronto que tarde, Jitsuna llamó a su nombre. O al que se había inventado, mejor dicho.
Soltó un respingo acelerado y caminó hasta la habitación contigua.
Ahí le aguardaba la mujer, con cronómetro en mano. Y, por supuesto, la libreta de la discordia.
—Recuerda, Shirosame. Te haré los pedidos, y tú me dices cuando parar. Caminas hasta la barra, y cuando pase un minuto te vuelvo a llamar, y tendrás que recitarme cada pedido para cada mesa. Si te equivocas en una, ese pedido no cuenta. Luego, continuo con los pedidos, y así hasta que hayamos completado los diez. ¿De acuerdo?
—De acuerdo —escupió, agobiado. Sólo entonces afinaría el oído, despejaría su mente de todo aquello que le pudiera distraer de su más imperioso objetivo y escuchó. Escuchó como no lo había hecho antes, quizás.
»Para la mesa tres, me vas a traer un daiquiri de fresa, pero con dos cucharadas de azúcar, y no una, y con poco ron. También un Huracán, pero con más ron tostado que blanco, y sin limón. Un Volcán con poco hielo; y un vaso de agua con hielo —la mejor forma que se le ocurrió para recordar todo aquello fue resumirlo lo suficiente, aunque manteniendo la esencia del pedido. Los detalles más importantes, sin los putos adornos.
«Daiquirí de fresa, muy dulce y poco ron. Huracán con ron negro y sin limón. Volcán con poco hielo y un vaso de agua, con el hielo que no le vas a poner al maldito volcán. Vale, pan comido»
Kaido le pidió callar cuando finalizó el tercer pedido. Sí, se pensó capaz de recordar otras dos tandas, aunque no así una cuarta pues era terreno inexplorado para él. Lo mejor era asegurar un buen performance en el primer minuto, aún y cuando no pudiera igualar a Kila. Ya si tendría que remontar al final de todo, correría el riesgo.