18/08/2015, 13:44
Sentada frente a una pequeña mesa de café de hierros blancos y tarima de cristal, se encontraba la pequeña maestra de marionetas: Sayaka.
Tenía la cabeza apoyada sobre el cristal, frente a ella se derretía una gigantesca copa de helado de multitud de sabores. La pelirrubia estaba aburrida para variar, había pensado que un helado le levantaría la moral pero cuando llegó a la heladería recordó que ella no tenía moral. Que lo único que podría animarla le acarrearía más problemas que satisfacciones, sin lugar a dudas ser una psicópata con tendencias sádicas era bastante más duro de lo que la gente se pensaba.
"¿Cuando podré divertirme?" se preguntaba mientras balanceaba sus pequeñas piernas en el aire "Quiero probar a Kaori" la chica giró su cabeza hasta queda apoyada sobre su barbilla. Tras la gran copa de helado y sentada al otro lado de la mesa, estaba su siniestra marioneta de pelo negro y pomposa vestimenta "Se suponía que me mandarían misiones donde poder desahogarme... pero me paso el día aburrida, sin poder hacer nada... ser ninja es una mierda"
La chica recuperó la verticalidad sobre su trasero, dejándose caer sobre el respaldar de la silla mientras señalaba la cuchara con sus manos. Desde la punta de sus dedos surgieron unas finas hebras casi transparentes que se adhirieron a la cuchara, lo que hizo que esta comenzase a responder a los designios de la pequeña que comenzó a dar cuenta de su helado con desgana.
"Ni siquiera me sabe bien este maldito helado..." el humor de la pequeña Akaiwa empeoraba alarmantemente con cada día que pasaba, hecho que preocupaba bastante en su villa pues la última vez que la señorita se enfado casi tira la casa abajo "Y esta aldea parece una jodida reunión de payasos, todos con sus asquerosas sonrisas..." la chica torció el gesto en una mueca que delataba su estado de ánimo "Todos pueden divertirse menos yo... malditos..."
Sayaka continuó comiendo su helado mientras observaba con resentimiento al resto de los visitantes de la vieja Torre de Ocio que osaban pasar cerca del café donde la pequeña se encontraba sentada, justo en la puerta del centro comercial.
Tenía la cabeza apoyada sobre el cristal, frente a ella se derretía una gigantesca copa de helado de multitud de sabores. La pelirrubia estaba aburrida para variar, había pensado que un helado le levantaría la moral pero cuando llegó a la heladería recordó que ella no tenía moral. Que lo único que podría animarla le acarrearía más problemas que satisfacciones, sin lugar a dudas ser una psicópata con tendencias sádicas era bastante más duro de lo que la gente se pensaba.
"¿Cuando podré divertirme?" se preguntaba mientras balanceaba sus pequeñas piernas en el aire "Quiero probar a Kaori" la chica giró su cabeza hasta queda apoyada sobre su barbilla. Tras la gran copa de helado y sentada al otro lado de la mesa, estaba su siniestra marioneta de pelo negro y pomposa vestimenta "Se suponía que me mandarían misiones donde poder desahogarme... pero me paso el día aburrida, sin poder hacer nada... ser ninja es una mierda"
La chica recuperó la verticalidad sobre su trasero, dejándose caer sobre el respaldar de la silla mientras señalaba la cuchara con sus manos. Desde la punta de sus dedos surgieron unas finas hebras casi transparentes que se adhirieron a la cuchara, lo que hizo que esta comenzase a responder a los designios de la pequeña que comenzó a dar cuenta de su helado con desgana.
"Ni siquiera me sabe bien este maldito helado..." el humor de la pequeña Akaiwa empeoraba alarmantemente con cada día que pasaba, hecho que preocupaba bastante en su villa pues la última vez que la señorita se enfado casi tira la casa abajo "Y esta aldea parece una jodida reunión de payasos, todos con sus asquerosas sonrisas..." la chica torció el gesto en una mueca que delataba su estado de ánimo "Todos pueden divertirse menos yo... malditos..."
Sayaka continuó comiendo su helado mientras observaba con resentimiento al resto de los visitantes de la vieja Torre de Ocio que osaban pasar cerca del café donde la pequeña se encontraba sentada, justo en la puerta del centro comercial.