6/02/2018, 03:44
—¡Qué se te haga la lengua chicharrón el día que la Arashikage sea rubia!— Si él fuera rubio, le daba igual. Su problema sólo era con les féminas. Sin embargo, no quería ni imaginarse lo que ocurriría si fuese su kage, no, era algo macabro. Le daban escalofríos de sólo pensarlo.
La pelea por el clima no iba a terminar en ningún lado, era obvio que tenían diferentes puntos de vista y ninguno iba a ceder ante las explicaciones del otro. El Inuzuka podría ser igual o más terco que el tuerto pelimorado.
—¿Bichos?— El Senju creía que había problemas más grandes por los qué preocuparse. —Cómo sea— Decidió seguir el paso, aunque no sabía si iba a poder aguantar más tiempo.
Hace mucho que el calor fue disipado, dejando atrás incluso un poco de frío por la falta de luz solar. Más aquello estaba lejos de ser un clima fresco. El gasto energético que tuvo que efectuar era mayor de lo que esperaba, pero prefería mantenerse callado para no retrasar al ninja de Uzushio. Aún le quedaba algo de combustible, pero seguramente no era suficiente para el resto del trayecto.
Mientras caminaban a través de aquel pueblo abandonado, pudieron percatarse de que aquellas casas de madera apenas si se sostenían un pie. El viento era tan fuerte que llegaba a arrancar algunas tablas de los tejados que volaban entre la marejada de arena. Sus andanzas se daban a través de lo que alguna vez pudo haber sido una calle principal, rodeada de residencias que ahora ni siquiera poseían vidrios. La escena mezclada con la polvareda, incluso hacía lucir las ventanas rotas cómo ojos negros. —¿Crees que podremos seguir así?— Quiso seguir hablando pero una tos le atacó. Si bien la chaqueta le protegía la piel de una posible irritación, los tejidos blandos cómo su nariz se vieron afectados. —Joder... No quiero terminar con una conjuntivitis en el único ojo que me queda.
La pelea por el clima no iba a terminar en ningún lado, era obvio que tenían diferentes puntos de vista y ninguno iba a ceder ante las explicaciones del otro. El Inuzuka podría ser igual o más terco que el tuerto pelimorado.
—¿Bichos?— El Senju creía que había problemas más grandes por los qué preocuparse. —Cómo sea— Decidió seguir el paso, aunque no sabía si iba a poder aguantar más tiempo.
Hace mucho que el calor fue disipado, dejando atrás incluso un poco de frío por la falta de luz solar. Más aquello estaba lejos de ser un clima fresco. El gasto energético que tuvo que efectuar era mayor de lo que esperaba, pero prefería mantenerse callado para no retrasar al ninja de Uzushio. Aún le quedaba algo de combustible, pero seguramente no era suficiente para el resto del trayecto.
Mientras caminaban a través de aquel pueblo abandonado, pudieron percatarse de que aquellas casas de madera apenas si se sostenían un pie. El viento era tan fuerte que llegaba a arrancar algunas tablas de los tejados que volaban entre la marejada de arena. Sus andanzas se daban a través de lo que alguna vez pudo haber sido una calle principal, rodeada de residencias que ahora ni siquiera poseían vidrios. La escena mezclada con la polvareda, incluso hacía lucir las ventanas rotas cómo ojos negros. —¿Crees que podremos seguir así?— Quiso seguir hablando pero una tos le atacó. Si bien la chaqueta le protegía la piel de una posible irritación, los tejidos blandos cómo su nariz se vieron afectados. —Joder... No quiero terminar con una conjuntivitis en el único ojo que me queda.