18/08/2015, 14:44
"Un día tendré que volver al país de la Tierra..." Pensaba alegre cuando logré agenciarme con unas extrañas hierbas en el bosque de los Hongos, y pude vender por unas monedas a un hombre que se dedicaba a elaborar medicina tradicional, o eso fue lo que me dijo...
Con aquel dinero, pude comprar un poco de comida de viaje, un odre para almacenar agua, y un buen mapa. Además de un block de notas y un lápiz para hacer anotaciones. Preparé todo lo necesario, y un buen día de primavera comencé mi travesía bajo el consentimiento de mi abuelo.
El camino hacía allá me resultaba familiar, pues fui innumerables veces con mi abuelo al país de la Tierra. Pero esta vez, quise ir a un lugar que jamás visité, las famosas escaleras que todo el mundo dice que conducen al mismísimo cielo. Algo que me resultaba enormemente pretencioso, y quería aprovechar la oportunidad para comprobarlo en persona.
"Ahora lo veremos"
El viaje, supuso cuatro días, todo fue bien, estaba administrando mis raciones de viaje a la perfección. Y al fin, llegó el día en el que las imponentes escaleras estaban justo delante de mí. Ataviado con mi libro, comencé la travesía peldaño a peldaño, mientras leía mi tan preciado libro. Pero llegado a cierto punto, por el rabillo del ojo, pude ver como un muchacho calvo, con ropas anchas de color dorado oscuro, estaba sentado reponiendo fuerzas. Parecía que rondaba mi edad y físicamente tenía un aire a mi.
Cuando pasé a su lado, dije por cortesía -Saludos, caminante. Y seguí lentamente hasta la cima de aquellas escaleras que parecían interminables.
Con aquel dinero, pude comprar un poco de comida de viaje, un odre para almacenar agua, y un buen mapa. Además de un block de notas y un lápiz para hacer anotaciones. Preparé todo lo necesario, y un buen día de primavera comencé mi travesía bajo el consentimiento de mi abuelo.
El camino hacía allá me resultaba familiar, pues fui innumerables veces con mi abuelo al país de la Tierra. Pero esta vez, quise ir a un lugar que jamás visité, las famosas escaleras que todo el mundo dice que conducen al mismísimo cielo. Algo que me resultaba enormemente pretencioso, y quería aprovechar la oportunidad para comprobarlo en persona.
"Ahora lo veremos"
El viaje, supuso cuatro días, todo fue bien, estaba administrando mis raciones de viaje a la perfección. Y al fin, llegó el día en el que las imponentes escaleras estaban justo delante de mí. Ataviado con mi libro, comencé la travesía peldaño a peldaño, mientras leía mi tan preciado libro. Pero llegado a cierto punto, por el rabillo del ojo, pude ver como un muchacho calvo, con ropas anchas de color dorado oscuro, estaba sentado reponiendo fuerzas. Parecía que rondaba mi edad y físicamente tenía un aire a mi.
Cuando pasé a su lado, dije por cortesía -Saludos, caminante. Y seguí lentamente hasta la cima de aquellas escaleras que parecían interminables.