7/02/2018, 23:55
—Le confiaría mi vida si fuera necesario.
«Entonces no será un pelele, eso está claro...».
El muchacho prestó atención con sumo interés. La firmeza de su rostro testificaba que iba librándose de la influencia del alcohol o al menos lograba disimularla mejor que hacía apenas unos diez minutos. Una pena que no pudiese hacer nada respecto al olor o sus pronunciadas ojeras, producto de un par de inquietas noches recientes.
Una afirmación así proveniente de Akame le aportaba más seguridad que las indagaciones de un autor anónimo, pero a pesar de todo ello el joven aseguraba que ni disponía de esa cuarta forma ni conocía la manera de obtenerla. A efectos prácticos, Ralexion quedaba igual de ignorante, pero si su interlocutor también creía en la existencia de ese poder latente del Sharingan, quizás no eran pamplinas, después de todo.
—Mangekyō Sharingan... —el kusajin saboreó el nombre, repitiéndolo de forma solemne, su mirada perdida. La indiscreta pregunta de Akame le hizo volver a la realidad— ¿El poder? Bueno, en primer lugar lo que me motiva es la curiosidad. Después de todo, eres tú el que me dijo que necesitaba conocer más sobre mi linaje, a lo que estoy de acuerdo.
»¿Pero el poder? Eh, nunca está de más. El poder te puede salvar la vida, o permitirte salvar la de otros. Prefiero pensar que nuestro trabajo no se limita solo a matar, a pesar de tus horribles lecciones. Y aunque no sé qué demonios hace ese Mangekyō Sharingan, si su poder es tan fantástico como indicaba el libro, algún uso podría darle...
Pensó en su hermana. ¿Sería una habilidad así capaz de devolverle lo que le habían arrebatado? Ralexion sentía que no perdía nada por barajarlo, por poco probable que fuese.
«Entonces no será un pelele, eso está claro...».
El muchacho prestó atención con sumo interés. La firmeza de su rostro testificaba que iba librándose de la influencia del alcohol o al menos lograba disimularla mejor que hacía apenas unos diez minutos. Una pena que no pudiese hacer nada respecto al olor o sus pronunciadas ojeras, producto de un par de inquietas noches recientes.
Una afirmación así proveniente de Akame le aportaba más seguridad que las indagaciones de un autor anónimo, pero a pesar de todo ello el joven aseguraba que ni disponía de esa cuarta forma ni conocía la manera de obtenerla. A efectos prácticos, Ralexion quedaba igual de ignorante, pero si su interlocutor también creía en la existencia de ese poder latente del Sharingan, quizás no eran pamplinas, después de todo.
—Mangekyō Sharingan... —el kusajin saboreó el nombre, repitiéndolo de forma solemne, su mirada perdida. La indiscreta pregunta de Akame le hizo volver a la realidad— ¿El poder? Bueno, en primer lugar lo que me motiva es la curiosidad. Después de todo, eres tú el que me dijo que necesitaba conocer más sobre mi linaje, a lo que estoy de acuerdo.
»¿Pero el poder? Eh, nunca está de más. El poder te puede salvar la vida, o permitirte salvar la de otros. Prefiero pensar que nuestro trabajo no se limita solo a matar, a pesar de tus horribles lecciones. Y aunque no sé qué demonios hace ese Mangekyō Sharingan, si su poder es tan fantástico como indicaba el libro, algún uso podría darle...
Pensó en su hermana. ¿Sería una habilidad así capaz de devolverle lo que le habían arrebatado? Ralexion sentía que no perdía nada por barajarlo, por poco probable que fuese.