8/02/2018, 00:02
Si el anterior comentario de Ralexion —el que se refería a Datsue— había arrancado una breve carcajada al uzujin, el último le hizo desternillarse de risa, incluso golpeando la barra con la palma de la mano derecha extendida. Por suerte en aquella taberna había poca gente a esas horas del mediodía, y los clientes que les acompañaban no parecieron molestarse por el repentino ataque de risa de Akame.
Pasados unos minutos, el Uchiha paró, esbozando una sonrisa.
—"Nunca está de más"... Ya lo creo, compañero, ya lo creo —concedió, con un tono indescifrable, entre la burla y la complicidad—. El poder de vencer a todos tus enemigos, el poder de unificar a varios señores bajo tu mando, el de aplastar toda oposición, el de establecer la justicia y hacerla respetar. Ese es el poder del que estamos hablando, Ralexion-san. El poder que esgrimieron nuestros antepasados para colocar al linaje Uchiha en la cima de la cadena.
«Otra vez me he dejado llevar», se lamentó, de repente, Akame. Le ocurría normalmente, sobre todo cuando alguien le daba cuerda. Carraspeó y su rostro trató de recuperar aquella mueca formal que la caracterizaba. Se irguió en su asiento y clavó la mirada en el frente...
... encontrándose, sin quererlo, con su asignatura pendiente de aquel día. Ese vaso de sake color claro que le devolvía la mirada con un estoicismo admirable. No se había movido ni un centímetro.
Entonces Akame cayó en la cuenta de que podía tener a su lado al maestro perfecto.
—Oye, Ralexion-san... Ejem, bueno, verás —carraspeó varias veces—. ¿Le harías un favor a un camarada? A un hermano de sangre, claro, sí, eh...
El uzujin parecía cómicamente nervioso, y aquella impresión se acentuó cuando señaló el vaso de licor con ambas manos.
—Es esto. Esta mierda, me está volviendo loco. ¿Cómo... Cómo demonios se supone que debo beberlo? ¿Caliente? ¿Frío? ¿De un trago? ¿Saboreando? —enumeró, visiblemente desesperado—. Todo el mundo parece ya saber algo que yo ignoro.
Pasados unos minutos, el Uchiha paró, esbozando una sonrisa.
—"Nunca está de más"... Ya lo creo, compañero, ya lo creo —concedió, con un tono indescifrable, entre la burla y la complicidad—. El poder de vencer a todos tus enemigos, el poder de unificar a varios señores bajo tu mando, el de aplastar toda oposición, el de establecer la justicia y hacerla respetar. Ese es el poder del que estamos hablando, Ralexion-san. El poder que esgrimieron nuestros antepasados para colocar al linaje Uchiha en la cima de la cadena.
«Otra vez me he dejado llevar», se lamentó, de repente, Akame. Le ocurría normalmente, sobre todo cuando alguien le daba cuerda. Carraspeó y su rostro trató de recuperar aquella mueca formal que la caracterizaba. Se irguió en su asiento y clavó la mirada en el frente...
... encontrándose, sin quererlo, con su asignatura pendiente de aquel día. Ese vaso de sake color claro que le devolvía la mirada con un estoicismo admirable. No se había movido ni un centímetro.
Entonces Akame cayó en la cuenta de que podía tener a su lado al maestro perfecto.
—Oye, Ralexion-san... Ejem, bueno, verás —carraspeó varias veces—. ¿Le harías un favor a un camarada? A un hermano de sangre, claro, sí, eh...
El uzujin parecía cómicamente nervioso, y aquella impresión se acentuó cuando señaló el vaso de licor con ambas manos.
—Es esto. Esta mierda, me está volviendo loco. ¿Cómo... Cómo demonios se supone que debo beberlo? ¿Caliente? ¿Frío? ¿De un trago? ¿Saboreando? —enumeró, visiblemente desesperado—. Todo el mundo parece ya saber algo que yo ignoro.